Se ha dicho que un mundo sin perfumes sería un mundo sin historia, y aunque su origen permanece envuelto en un aura de misterio, basta recordar la importancia de las fragancias a lo largo de los años y en todas las civilizaciones, ya que las materias primas que hoy dan vida a famosos perfumes, siglos atrás fueron preciados regalos que demostraban respeto y admiración a los demás.
El mismo origen de la palabra perfume nos lleva a la Edad de Piedra, cuando los hombres incineraban maderas aromáticas para complacer, a través del humo -perfumum- a sus divinidades. Pueblos como el egipcio, el árabe o el griego convertían en auténticos ritos el hecho mismo de perfumarse.
SINFONÍA DE AROMAS Y PASIÓN
«El perfume es la unión de lo mágico con lo misterioso, es un sueño y su interpretación, una melodía de diferentes esencias combinadas de tal modo que se perciben como una sinfonía, dotada de personalidad propia», señala Fernando Rivas,especialista en imagen personal, quien asegura que una fragancia «delata la personalidad, el estilo y el carácter de cualquier persona que se jacte de saber lo que quiere en la vida y, por si fuera poco, constituye uno de los complementos indispensables del guardarropa».
El perfume es un elemento que llama la atención sin siquiera verse; embruja, seduce y atrapa. Según los expertos, el uso de estas ricas esencias aumenta la autoestima y favorece las relaciones sociales. «Mujeres y hombres se perfuman para sentirse bien consigo mismos, pero también para agradar a los demás. Es un complemento relevante de su personalidad y estado anímico, con una proyección social mayor de lo que puede apreciar a simple vista; de ahí la gran oferta de fragancias para todo tipo de personas», afirma el experto.
«Al inhalar los aromas por la nariz, el cerebro los reconoce y clasifica, a través del sistema límbico, que está íntimamente unido al centro emocional humano y a la memoria a largo plazo. De esta manera, el sistema límbico une recuerdos, emociones y aromas«, comenta el doctor José Rodríguez Troncoso.
El especialista apunta que, al igual que los aromas, los colores, también están conectados al sistema límbico y, por consiguiente, a las emociones. «Las preferencias de color son expresión de condiciones emocionales, así como una manifestación de los estados de ánimo y la ‘visualización’ de ciertos sentimientos; por ello, al procesarse los aromas y colores en el mismo centro cerebral, juntos despiertan todo tipo de emociones y sentimientos, como el amor, la pasión y como otras emociones», destaca Rodríguez Troncoso.
Fuente: Eluniversal.com.mx