SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La Colectiva Mujer y Salud declaró que la carta del embajador dominicano ante El Vaticano, Víctor Grimaldi, convierte al gobierno y al país en un hazmerreir de la comunidad internacional.
Grimaldi acusa al embajador norteamericano en el país, James Wally Brewster, de conspirar con la comunidad gay contra el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.
“De no ser porque la acción de Víctor Grimaldi compromete al Estado dominicano, al actual gobierno y a todo el pueblo dominicano, nuestra reacción hubiera sido echarnos a reír (¿o quizás a llorar?) ante la magnitud del ridículo en que incurre el embajador”, dice la declaración de la Colectiva Mujer y Salud.
Sostienen que la diatriba homofóbica de Grimaldi tiene que asumirse como la posición oficial del Estado dominicano, el mismo Estado que la semana pasada declaró ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que en República Dominicana se reconocen y respetan los derechos de las personas LGBT, en consonancia con los artículos 8 y 39 de la Constitución; el mismo Estado que, según nuestra declaración oficial en Ginebra, está tomando múltiples medidas para hacer frente a la discriminación que sufren las personas LGBT en el país.
Por increíble que parezca –siguen diciendo-, es ese mismo Estado el que, a través de su representante diplomático (Grimaldi) le está chismeando a otro jefe de Estado (el Papa) sobre las actividades realizadas por el representante en RD de un tercer Estado (EEUU). Peor aún, en su desmedido afán por “defender” al Cardenal (¿de su propia boca, quizás?), el embajador Grimaldi acusa a Brewster de, oigan bien, organizar “una campaña de ataques contra el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez” conjuntamente con las ONGs que defienden los derechos LGBT, debido a la oposición del Cardenal al matrimonio igualitario.
“En otras palabras, nuestro embajador está acusando al representante de la nación más poderosa del mundo y principal socio comercial de la República Dominicana, de conspirar contra un alto funcionario (López Rodríguez) de una nación (el Vaticano) cuyo representante en el país ostenta la posición de Decano del Cuerpo Diplomático (el Nuncio). Ni en Macondo, señoras y señores, ni en Macondo”.
Insisten en que “la insólita carta de Grimaldi no sólo desafía las normas diplomáticas más elementales, sino también el sentido común, la lógica, la verdad, el decoro y hasta el sentido de supervivencia nacional. ¿O acaso Grimaldi, como bully homofóbico al fin, pensaba que él podía arremeter contra Brewster como si fuera una cerdita cualquiera, olvidando lo peligroso que resulta meterse con el Imperio?”, informa acento.com.do, en su portal.
Sostienen que Grimaldi “es la mejor muestra de la pésima calidad del servicio exterior dominicano y del grado de obnubilación a que puede llevar el fanatismo (¿o el lambonismo?) religioso. Además de un manual básico sobre diplomacia internacional, alguien debe facilitarle al embajador una copia del Latinobarómetro 2012, para que se entere que el 19.2% de las y los dominicanos dicen no pertenecer a ninguna religión, a ver si deja de utilizar estadísticas inventadas para respaldar sus argumentos absurdos”.
Finaliza su declaración diciendo: “Y ahora, a esperar las “aclaraciones”, las retractaciones y los desagravios al Embajador y a su señor Esposo”.