La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas –AMPAS, en inglés– es una organización orientada a reconocer los méritos de la cinematografía mundial. Son los premios que otorga anualmente, los premios Óscar, lo que le ha dado fama internacional. ¿Pero cómo es exactamente que la Academia decide a quién premiar?
Empecemos por lo básico: la Academia es un club privado, como bien dice su propia descripción institucional, una organización de membresía honoraria. Lo que significa que, para pertenecer a ella, no hay otra forma más que recibir una invitación. Son los propios miembros los que deciden quiénes serán los que se unan. Como en muchos clubes, es necesario tener referencias y, preferiblemente, un patrocinador que promueva la candidatura de un aspirante. Los criterios de selección no son claros. La Academia se limita a decir que, para ser miembro, es necesario: “representar un nivel inusualmente alto de calidad y distinción” en cualquier área de la realización cinematográfica.
La Academia no hace pública su lista completa de miembros, pero se calcula que son alrededor de 6,000, y representan a 17 gremios: desde productores y directores, hasta diseñadores de audio y relaciones públicas. Cada gremio, a su vez, está representado por un miembro ante la Junta de Gobierno, responsable de la organización de los premios y de seleccionar a los nuevos integrantes del club.
Podría imaginarse que el método de elegir a los ganadores de los Academy Awards es una votación sencilla, en donde cada miembro elige a su película o actor favorito. Nada más alejado de la realidad. Porque primero hay que elegir quiénes serán los nominados, y es en la conciliación de las preferencias de 6,000 miembros donde las cosas se complican un poco.
Para elegir a los nominados en cualquiera de las 24 categorías que la Academia reconoce, se emplea un método de votación un tanto inusual: el Voto Único Transferible –comúnmente conocido como STV en inglés– es un método de agregación de preferencias raramente usado, y cuyos ejemplos más conocidos son las elecciones en la República de Irlanda y la elección de los senadores en Australia.
¿Qué tienen en común los legisladores australianos o los partidos irlandeses con una lista de películas? ¿Por qué la Academia vota así? La razón responde a que este método, si bien más complejo como veremos más adelante, asegura que los ganadores representen de mejor manera la votación en general.
Para determinar a los nominados, este método emplea un sistema de cuotas, es decir, de mínimo de votos. En el caso de los Óscar el primer paso es que los miembros de la Academia enumeren, en orden de preferencia, las que consideren las mejores películas. Pueden elegir entre cinco y diez de entre la totalidad de cintas producidas durante el año en cuestión. Cualquier película que tenga alrededor de 550 menciones como la mejor del año, se convierte en nominada.
Esto se determina de la siguiente manera: cuando una película alcanza el mínimo necesario, los votos que excedan la cuota, si es el caso, son transferidos a la segunda mejor opción del electorado. De la misma forma, la película con menos votos desaparece y sus votos se transfieren, también, a la segunda mejor opción, informa cultura.nexos.com.mx, en su portal.
Este proceso se repite hasta alcanzar la lista de las 10 películas que mejor reflejen las preferencias de los miembros de la Academia. Para determinar al ganador, el proceso se repite, sólo que en esta ocasión la cuota es del 50% de los votos. Para ganar el Óscar a mejor película, una cinta debe de acumular, al menos, 3001 menciones como la mejor del año.
Que se utilice un método que represente proporcionalmente las preferencias de los votos de los miembros de la Academia no es algo trivial. Recordemos que son los mismos miembros del club los que otorgan los premios y los reciben. Muchos, naturalmente, buscarán que películas en las que estuvieron involucrados sean galardonadas, para beneficio propio o de la casa productora. Sólo un método de representación proporcional como éste puede convertir a las diversas parcialidades en una decisión imparcial. Sólo así se asegura que al abrir el sobre con el título ganador, puedan existir sorpresas.