El llamado «evangelio de la mujer de Jesús» no escapa de la polémica. Desde que la historiadora de la Universidad de HarvardKaren King lo presentara al mundo en septiembre de 2012, las opiniones sobre su veracidad entre los científicos han sido muy distintas. abc.es

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El documento es un papiro del tamaño de una tarjeta de visita que incluye frases como «Jesús les dijo, mi esposa…» o «ella podrá ser mi discípula». Para algunos, el papiro es una falsificación y para otros una pieza real y muy valiosa para el estudio teológico e histórico.

Las dudas parecieron disipadas a principios del mes pasado, cuando una serie de estudios microscópicos y multiespectrales llevados a cabo por científicos de Harvard, Columbia y MIT concluyeron que la tinta y el papiro tienen muchas posibilidades de ser antiguos, y no una falsificación moderna.



Nada más lejos de la realidad: otros investigadores siguen aportando pruebas que niegan su veracidad. El último ha sido Christan Askeland, un especialista en copto (el lenguaje en el que está escrito el «evangelio de la mujer de Jesús») de la Universidad de Indiana Wesleyan, que asegura que este papiro es muy similar a otro fragmento que es una clara falsificación.

Un engaño

Entre la documentación publicada por los investigadores de Harvard, había otro papiro, proporcionado a King por la misma (y desconocida) fuente que le había entregado el «evangelio de la mujer de Jesús», relativo al Evangelio de San Juan y con muchas semejanzas en la escritura y tinta utilizada. Askeland descubrió que ese fragmento era una clara falsificación de una reliquia verdadera, y que, por tanto, las posibilidades de que «el evangelio de la mujer de Jesús» fuera falso eran muy grandes.

Además, Askeland comprobó que el documento está escrito en un dialecto del copto que dejó de usarse en el siglo VI, y las pruebas científicas situaban el papiro entre los siglos VII y IX. El científico ha asegurado que King ha sido víctima de «un engaño», y la propia investigadora de Harvard ha dado validez a las aportaciones de Askeland: «Son sustanciales, hay que tomarlas en serio y podrían apuntar en la dirección de que se trata de una falsificación», reconoció este domingo en una entrevista con The New York Times.