BUENOS AIRES. Jóvenes argentinos fabricaron una mano con una impresora 3D que cumple con las facultades prensiles con las que soñaba Felipe, un niño de 11 años que nació sin su mano izquierda, y desarrollaron así una técnica capaz de reemplazar una prótesis de 40.000 dólares por este modelo de 250 dólares.
La responsable de esta historia con final feliz es Ivana Giménez, la mamá de Felipe y quien, con el afán de resolver el deseo de su hijo, se puso en contacto con Rodrigo Pérez Weiss, un emprendedor de 33 años que vive en Buenos Aires y es dueño de la empresa 3D LAB Fab&Café.
«Me había enterado del caso de un estadounidense que le había impreso una mano a su hijo y empecé a buscar en internet. Ahí entré en contacto con 3D LAB y los dos socios», Pérez Weiss y Gino Tubaro, un inventor de 18 años, contó la mujer a la AFP vía telefónica.
La familia de Felipe Miranda vive en Tres Algarrobos, a unos 500 km de la capital argentina, un pueblo de apenas 3.500 habitantes de la provincia de Buenos Aires.
Giménez dice que su hijo, que nació sin su mano izquierda, está feliz y ella agradecida por una prótesis que logró sustituir otras ortopédicas que cuestan 40.000 dólares, y que están totalmente fuera de su alcance.
Los dueños de la empresa 3D le obsequiaron a Felipe lo que terminaría siendo también para ellos una prueba de un alcance infinito.
La prótesis de Felipe hecha por los jóvenes argentinos «además de ser más liviana y de poder calibrar la fuerza, la fabricamos a un costo de 2.000 pesos» (250 dólares), precisó Pérez Weiss.
«Iniciamos un proceso de investigación y bajamos modelos de internet y trabajamos en las adaptaciones, teniendo en cuenta las fotos que nos había enviado la mamá del brazo de Felipe, las medidas del muñón y una impresión gráfica de su mano derecha», recordó Pérez Weiss, en una entrevista con AFP en su negocio de Palermo, un barrio en el corazón de Buenos Aires.
Finalmente, la mano fue enviada a Tres Algarrobos por correspondencia y Felipe mostró a los creadores de su prótesis su emoción en un conmovedor video que se puede ver en la página de Darwin Research de Facebook, de Pérez Weiss.
Allí, con una sonrisa de oreja a oreja, el niño demuestra cómo puede rascarse la cabeza, acariciar el rostro de su mamá, agarrar el mate (recipiente para tomar la infusión típica rioplatense) y hasta pescar.
– Evangelizar la tecnología –
«Tenemos que evangelizar sobre los beneficios de la tecnología», propone Pérez Weiss.
«Se trata de una herramienta superpoderosa que se puede usar para mejorarle la vida a la gente», dijo entusiasmado el artífice del estudio donde crearon la mano.
En 3D LAB Fab&Café se dedican a hacer trabajos de modelado y escaneo 3D, brindan cursos y Workshops y, además, se puede tomar un café o comer algo frugal.
Allí Pérez Weiss trabaja con su socio Tubaro, que cursa la carrera de Ingeniería Electrónica y quien hace pocos días viajó a Tres Algarrobos para conocer a Felipe personalmente después de haberle enviado la prótesis de la mano.
«Fue emocionante. Cuando me vio estaba shockeado, muy emocionado y se puso a llorar. Nos abrazamos y lo que sentí no lo puede pagar todo el dinero del mundo», contó Tubaro a la AFP.
Aunque el paso que dieron con Felipe significó mucho para su pequeña empresa, el emprendimiento sobre las prótesis está en pañales, según afirmaron.
Entre los obstáculos iniciales destacaron la cantidad de pasos burocráticos que deben cumplir antes de ponerlo en marcha, como los permisos del organismo gubernamental que fiscaliza la sanidad y calidad de productos médicos.
A raíz de la amplia difusión que tuvo en Argentina la creación de esta mano, los jóvenes recibieron unas 200 consultas por casos similares.
Mientras tanto, Pérez Weiss, que no ha pasado por la universidad y se define como «autodidacta», avanza con la venta de las franquicias de su empresa en varios países de América Latina.
«En julio próximo estamos inaugurando un negocio 3D LAB Fab&Café en México DF y otro en Asunción», adelantó Pérez Weiss.
Sobre el futuro, no descarta ampliar sus impresiones de plástico y resinas a metales, como lo hace el gigante de la aviación Boeing, dice sin inmutarse por la comparación.
«Las posibilidades son infinitas pero también existe el riesgo. Nosotros podríamos en 20 horas fabricar una pistola que funcione como cualquier arma», reveló el joven, en relación a las perspectivas y riesgos de una actividad en la que quiere llegar lejos.