Richard Norris tiene un rostro nuevo, uno verdadero. El trasplante total de cara que le hicieron en marzo de 2012, la mayor y más compleja intervención de ese tipo realizada hasta el momento, resultó exitosa.
Tanto, que tras dos años recluido junto a sus padres, como él mismo cuenta, en «una nublada colina» perdida en la rural Virginia (EE.UU.), se ha animado a mostrarla.
La enseña en un reportaje que le dedica la edición estadounidense de agosto la revista especializada en temas masculinos GQ.
Norris fue operado en la Maryland Medical Center de Baltimore (EE.UU.). En una intervención que duró 36 horas, los cirujanos le trasplantaron la cara de un joven de 21 años.
«Básicamente retiramos todo lo que estaba deformado, lo que incluía la piel de la frente, la nariz reconstruida y la mandíbula, que fueron todas reconstruidas a partir de partes del tejido del cuerpo que no eran normales», explicó en su momento a BBC Mundo el cirujano jefe encargado del transplante, Eduardo Rodríguez.
«Y en el tercer día del postoperatorio me dijo que podía oler por primera vez en 15 años, que es algo que tendemos a olvidar», añadió el doctor.
Durante esos 15 años previos a la operación, Norris vivió también casi oculto en la casa familiar, debido a un accidente con un arma por el que perdió la nariz y los labios.
«Me escondía detrás de una máscara y hacía la compra de noche, para no cruzarme con la gente», dijo en unas declaraciones tras la operación, cuando los médicos hicieron públicas las imágenes del antes y el después.
Vida normal
Pero eso ya quedó atrás. A pesar del cóctel de fármacos inmunosupresores-medicamentos que se usan para prevenir que el cuerpo rechace un órgano transplantado- que debe consumir a diario por el resto de su vida, Norris aseguró que lleva una vida normal.
A la pregunta de la periodista de GQ sobre si tiene un trabajo, novia, dónde vivir, respondió con un escueto «sí».
La intervención de Norris fue financiada por la Marina de Estados Unidos, con la esperanza de que la técnica se pueda utilizar en un futuro para ayudar a las víctimas de conflictos como los de Irak y Afganistán.
El gobierno estadounidense estima que al menos 200 soldados heridos podrían someterse a trasplantes faciales.
La primera operación de este tipo se realizó en Francia en 2005 en una mujer que había sido mordida por su perro.
En 2010, cirujanos españoles llevaron a cabo el primer trasplante completo de cara en el mundo.