Si utilizas esponjas vegetales para lavarte, puede que debas replantearte esta rutina.
Este tipo de esponja que supuestamente exfolia y enjabona tu cuerpo desnudo en realidad es el hogar perfecto para las bacterias. Un estudio de 1994 publicado en elJournal of Clinical Microbiology demostró que este accesorio de belleza tan popular (hablamos de las esponjas de Luffa, una planta de la familia del pepino, no de las de plástico) puede albergar y transmitir pseudomonas aeruginosa, una bacteria capaz de provocar enfermedades en animales.
«Las esponjas vegetales de Luffa en principio son higiénicas», explica a The Huffington Post Esther Angert, profesora asociada en el departamento de microbiología de laUniversidad de Cornell (Nueva York, EEUU). «Lo que afecta a su longevidad es su mantenimiento».
Las esponjas de Luffa acaban con las células muertas del cuerpo, que «se acumulan en todos los recovecos y grietas de la matriz fibrosa de la esponja», asegura. Cuando has acabado de frotarte, es muy probable que dejes la esponja en el baño hasta su próximo uso. Este es el momento oportuno para que las bacterias se reproduzcan. «La atmósfera de la ducha es la apropiada; un entorno húmedo sin mucha ventilación perfecto para las bacterias», afirma. Las bacterias se alimentan de cualquier materia orgánica, como las células de la piel desechadas que se quedan en la esponja.
Cada vez que la esponja se humedece y no se seca correctamente, los organismos crecen más. Y así «extiendes las bacterias que te habías quitado de encima la vez anterior», explica la dermatóloga Michele Green. «La esponja vegetal devuelve a tu cuerpo toda la suciedad de ayer». Cuando te jabonas el cuerpo con un gel que huele a lavanda, lo que en realidad estás haciendo es restregarte el cuerpo con bacterias con aroma a lavanda.
En las condiciones adecuadas, esta bacteria puede dar lugar a algo más preocupante, como el Staphylococcus, capaz de producir numerosas infecciones. Aunque la piel es un órgano con mucha resiliencia y tiene la capacidad de protegernos de muchos gérmenes, los poros y las heridas abiertas o las costras son más vulnerables a las bacterias, aclara Angert. Si tienes cortes abiertos y eres «demasiado agresivo con la esponja» puede que dañes la barrera natural de la piel, y que «estas partículas se conviertan en una herida», cuenta a HuffPost Healthy Living la doctora Jessica Krant, dermatóloga y fundadora de la clínica dermatológica neoyorquina Art of Dermatology LLC.
Si estás muy unido a tu esponja vegetal, estos son los pasos que debes seguir paradisminuir el riesgo de que tu piel se convierta en una fiesta de bacterias.
- Deja que se seque. Saca la esponja de ese ambiente húmedo. «Es imprescindible que fluya el aire en la ducha para que se seque completamente cada vez que la utilices», aconseja Krant. «Abre la ventana del aseo y las puertas de la ducha y plantéate dejar la esponja húmeda fuera del baño para que le dé más el aire. Si quieres ser extremadamente cuidadoso, lava la esponja con jabón y deja que se escurra después de haberte duchado y antes de ponerla a secar», recomienda.
- Reemplázala. «Si cambia de color o de olor, es el momento de comprar una nueva», comenta Angert.
- Ponla en el microondas. Una buena limpieza es clave. «Cada día, se debería colgar la esponja fuera de la humedad de la ducha y, de vez en cuando, ponerla 20 segundos en el microondas cuando esté mojada, al igual que recomiendan para las esponjas sintéticas», explica Krant. Evita meter la esponja con algo que pueda fundirse o quemarse, y asegúrate de que esté completamente mojada. No metas en el microondas las esponjas de plástico.
- Métela en lejía. «Puedes sumergirla en una disolución con un 5% de lejía», aconseja Angert. Esto acabará con las bacterias, pero, la experta advierte que el proceso es bastante tedioso.
A pesar de todas las precauciones, quizás lo mejor sea abandonar definitivamente las esponjas vegetales. «De hecho, yo recomiendo encarecidamente a mis pacientes que no utilicen esponjas de Luffa ni materiales ásperos de exfoliación en la ducha», afirma Krant. «El cuidado de la piel debe ser suave, no agresivo; la gente se lava en exceso, eliminando así los aceites naturales e hidratantes que evitan que la piel se seque y agriete», añade. Para lavarnos basta con utilizar esponjas desechables suaves o con cualquier jabón y tus propias manos.
Traducción de Marina Velasco Serrano para Huffingtonpost