Existen muchas ideas alrededor de lo que debe ser la pareja. Algunas contribuyen al buen funcionamiento de la relación y generan o fortalecen el compromiso. Sin embargo, hay otras creencias erróneas y poco realistas que dificultan la convivencia, y que, al no ser satisfechas, generan frustración, insatisfacción y reducen la posibilidad de vivir bien en pareja.
Este tipo de interpretaciones son validadas por la sociedad, la educación, la literatura, las películas y se vuelven una manera de evaluar la felicidad en la relación.
1. Si nos queremos no tiene por qué existir conflicto
Las parejas no son perfectas. Esperar que todo funcione y no aceptar las dificultades de la convivencia es una actitud poco realista. Con frecuencia, las divergencias en la pareja ocurren precisamente cuando no se acepta que la otra persona puede tener debilidades y equivocaciones y que la relación puede verse enfrentada a distintos obstáculos.
Parte de vivir en pareja es aceptar las dificultades, carencias, momentos de tristeza o frustración.
2. El amor lo asegura todo
Muchas veces, la convicción es que “si nos amamos” no debe existir lugar para desanimarse, retirarse de la relación o no comprometerse. Pero esto no siempre es así, la afirmación de que el amor lo puede todo es solo la mitad del enunciado. Esto se puede cumplir siempre y cuando se tenga una comprensión amplia del amor, la cual implica estar comprometidos en una ilusión mutua, en ser conscientes de lo que es cada uno y de la capacidad de aportar a la relación, en un acuerdo para tomar decisiones y crear un proyecto de vida juntos en el cual cada uno crece y ayuda a crecer al otro.
3. Solo soy feliz a través de mi pareja
Esta creencia errónea, de un lado, carga de un exceso de responsabilidad a la pareja. Tiene que ver con una idea posesiva de que solo soy feliz a través del otro. De otro lado, limita las fuentes de goce y de experiencias constructivas que se pueden generar alrededor de otros intercambios. Seguir reforzando los otros apoyos emocionales, como las relaciones con los amigos, con aquellos familiares significativos o con aquellos compañeros o jefes que de una u otra forma han aportado al crecimiento personal amplía las posibilidades de la relación de pareja.
4. Si me quiere debe saber lo que quiero o necesito
Es cierto que cuando hay intimidad se conoce mucho acerca de la otra persona y es posible intuir sus sentimientos y emociones, y como dicen popularmente “entenderse sin palabras”. Pero también es cierto que parte del conocimiento íntimo de la pareja se va construyendo en la relación y en la convivencia, y esto implica unos intercambios permanentes de experiencias juntos y no de que el otro adivine lo que necesito.
5. En la pareja todo debe ser 50/50
Actualmente, hombres y mujeres tienen roles diferentes, proyectos de vida distintos y desafíos a nivel personal, profesional, social y económico que deben ser puestos en común, pero manteniendo al tiempo la individualidad. No siempre resulta fácil identificar dichos roles claramente y, además de esto, asumirlos.
La exigencia de partir todo a la mitad en muchos casos se vuelve conflictiva y difícil de llevar a cabo en la vida cotidiana. Un reparto totalmente equitativo puede ser logrado en las finanzas, pero no siempre en otras áreas de la vida de la pareja como el cuidado de los niños, el uso del tiempo, el aprovechamiento de las oportunidades y los proyectos individuales.
6. Queremos exactamente lo mismo
Es frecuente escuchar que una buena relación de pareja es aquella en que se comparte todo. Muchas veces, las parejas se esfuerzan en hacer lo mismo para no tener que manejar diferencias y de esta forma no estimular conflictos.
Aunque las afinidades y semejanzas en los gustos, preferencias y actividades de los miembros de la pareja generan cercanía, mayores posibilidades para compartir y hacen más fácil la vida, también es cierto que la diversidad enriquece y aporta a la relación, siempre y cuando en esa diferencia encontremos puntos de encuentro.
Fuente www.elnuevodia.com