La cara y la cabeza rapada como un tablero de ajedrez del estadounidense Matt Gone, su lengua azul y tatuajes en casi todo su cuerpo fue una de las atracciones de un evento en Lima que reunió a un centenar de tatuadores.
Conocido como el “Hombre ajedrez”, Gone tiene los ojos rojos por un tinte que se ha inyectado y es feliz de que su cuerpo haya servido como lienzo a 80 artistas tatuadores de Estados Unidos.
“Busqué tatuarme la palma de la mano y la planta de los pies pero no tuve éxito, sí logré hacerlo en mis genitales”, dijo a la AFP este hombre de 40 años que nació con el síndrome de Poland, que afecta el desarrollo muscular.
La Primera Convención Internacional de Tatuajes y Modificaciones Corporales, realizada del 4 al 6 de septiembre en un hotel del distrito limeño de Miraflores, contó con 20 participantes extranjeros y 80 peruanos que plasmaron con tinta y agujas lo mejor de su arte en la piel de hombres y mujeres.
“No somos fenómenos ni damos miedo a la gente, amamos y sentimos este arte”, sostuvo el uruguayo Víctor Peralta, quien junto a su mujer Gaby llamaron la atención de jóvenes que pedían sacarse fotos con ellos.
Víctor y Gaby tienen el 99% de sus cuerpos tatuados, incrustaciones de metal en la frente y en los brazos, lenguas bífidas, y un ojo de color amarillo y el otro verde.
-Cambiar el cuerpo y los ojos-
Ostentan el récord de ser la pareja con más modificaciones corporales registrada en el libro Guiness. Tienen dos casas de “tattoo” en Uruguay y dan charlas en varios países de Latinoamérica.
“A los 11 años me hice la primera figura, una flor”, dijo Peralta tras indicar que siente orgullo de sus implantes de silicona en la frente y en los brazos. “Son estrellas y pequeños símbolos esotéricos, además cambié el color de mis ojos con tinta especial”, comentó antes de descartar que el líquido que se inyecta con una aguja “finísima” le haga daño.
“Lo tengo hace tres años y sigo viendo igual”, señaló, y explicó que se modifica la piel porque le gusta mostrarse diferente. “Me gusta ser único, no uno más”, afirmó.
Otro de los atractivos del evento fue el venezolano Emilio González. Con una barba tupida y su cara en forma de diablo es considerado uno de los modificadores corporales más reconocidos de la región.
Contó que realiza ceremonias en las que su cuerpo y los de otros voluntarios quedan suspendidos en el aire por unos ganchos de metal que se incrustan en la piel.
A un lado de ese recinto de escasa luz y olor a tinte, está el argentino Matías “Rata” Tafel, pionero de los implantes de silicona en América Latina.
-Altos niveles de informalidad-
“El implante se puede sacar y colocarse otro, pero lo debe hacer un profesional”, dijo Tafel.
La colombiana Natalia Garzón, de apenas 22 años, es una experta del tatuaje en Bogotá. Gran parte de su cuerpo está cubierto de dibujos, entre los que destaca un lobo que cubre su garganta.
Stefano Alcántara, un artista peruano, dijo que el tatuaje en su país se realiza profesionalemente desde hace 30 años y que antes era “mal visto”.
“Se creía que quienes usaban tatuajes eran delincuentes”, señaló, tras indicar que en la época preinca ya se hacían tatuajes.
La Señora de Cao, antigua gobernante de la cultura mochica en el siglo IV, que se exhibe en el museo de La Libertad (norte), tiene parte de su cuerpo tatuado de serpientes, arañas, cocodrilos, monos, leopardos, abejas y mariposas, lo que según investigadores podría indicar sus dotes como adivina.
“Ahora es normal que mujeres y hombres acudan a tatuarse el cuerpo”, comentó Alcántara. “El cliente debe informarse de todas maneras sobre la persona que le va a practicar el tatuaje porque un mal tinte le puede causar una enfermedad a la piel”, advirtió.
Yván Alegría, organizador del evento y uno de los pioneros del tatuaje en Perú, señaló que uno de los fines de la convención era “formar una asociación para reunir a todos los profesionales y combatir la informalidad”.