Un exhaustivo estudio de la Escuela de Cultura, Educación y Desarrollo Humano de la Universidad NYU Steindhardt, determinó que cuando una pareja de padres expone a sus hijos a verlos pelear en el hogar, estos pierden progresivamente la capacidad de identificar y controlar sus emociones.

El estudio siguió a 1.025 niños de entre 2 y 5 años, residentes en zonas pobres de Carolina del Norte y Pennsylvania, buscando determinar cuáles eran las consecuencias de la adversidad sobre el desarrollo de los pequeños.



divorciados

Para ello, se midieron distintos parámetros identificados como “adversidad”, entre los que se encontraban desde la cantidad de veces que la familia se había cambiado de hogar o los cambios en la persona a cargo del niño, hasta los niveles de ruido y de limpieza de la vivienda.



También se consideró si los menores habían observado a sus padres agredirse física o verbalmente.

“Nuestro estudio descubrió que la agresión entre los padres puede distorsionar gravemente la regulación emocional de un niño. Si discutir y pelear es estresante para los adultos involucrados, esto también tendrá un fuerte costo sobre los hijos”, expresó la líder del estudio, profesora Cybele Raver.

La investigación demostró que la exposición al conflicto y la violencia en el hogar puede afectar las respuestas neurobiológicas, cognitivas y emocionales de un niño. Por ejemplo, un menor que observa pelear a sus padres luego tendrá más problemas en controlar sus emociones en otros lugares menos riesgosos, como una sala de clases.

De hecho, el equipo de Raver comprobó que cuando un menor se mantiene expuesto de forma prolongada a la agresión entre sus padres, provoca que le sea más difícil lidiar con sus sentimientos de tristeza, soledad o temor, haciendo más probable que sea víctima de ansiedad o depresión en el futuro.

Según describe la publicación científica EurekAlert, el estudio también demostró que cuanto más años pasa un niño en ambientes de pobreza, le resulta más complejo diferenciar sus emociones. El caos hogareño, en especial el desorden, también afecta esta capacidad en los menores.

“Este estudio arroja una luz de advertencia en la importancia del apoyo que los padres brinden a sus hijos a medida que transitan por los altibajos de una relación. Los padres necesitan controlar sus propios sentimientos de ira, frustración y preocupación cuando lidian con los problemas del trabajo, la familia y sus propias parejas, especialmente cuando el dinero es escaso”, advirtió la profesora Raver.