A todos nos ha pasado tener expectativas e ilusiones, que luego no se cumplen. La decepción es una de las emociones más difíciles de sobrellevar y la diferencia entre quienes se deprimen y hunden con la experiencia y los que le encuentran el lado positivo y se recuperan, podría estar en un proceso neuroquímico que amortiguar la sensibilidad del cerebro a los acontecimientos negativos de la vida.
Así se desprende de los resultados de una investigación realizada por la Escuela de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, Estados Unidos, en la que se identificó la parte exacta del cerebro que controla el procesamiento de la información tanto emotiva como sensorial que provoca que nuestro estado de ánimo cambie.
Los hallazgos publicados en la edición digital de la revista Science, sugieren que la química cerebral juega un rol clave en la predisposición a la depresión, lo que podría ser muy útil en su futuro tratamiento.
«La idea de que algunas personas ven el mundo como un vaso medio vacío tiene una base química en el cerebro», afirmó Roberto Malinow, autor principal del estudio en un comunicado de prensa difundido por la institución académica. «Hemos encontrado un proceso que puede amortiguar la sensibilidad del cerebro a los acontecimientos negativos de la vida», añadió.
Para identificar la parte del cerebro vinculada con la decepción, los científicos realizaron un experimento sobre la actividad de las células nerviosas en un modelo animal y descubriendo que las neuronas que se conectan a un área del cerebro llamada habénula lateral, liberan dos tipos de neurotransmisores, el glutamato (un neurotransmisor excitatorio) y el GABA (un neurotransmisor inhibitorio). Lo común es que las neuronas liberen uno u otro, no los dos. Sin embargo, esa zona del cerebro sí lo hace.
Para confirmar que la región de la habénula lateral es la llamada “ruta de la decepción”, los investigadores administraron a un grupo de roedores un antidepresivo para elevar los niveles de serotonina de su cerebro, con lo que sus niveles de GABA aumentaron.
Además, en experimentos con primates se encontró que la actividad en la habénula lateral aumentó notablemente cuando los monos esperan pero no consiguen un trago de zumo de fruta u otra recompensa, validando la idea de que esta región del cerebro controla el procesamiento de la decepción.
«Nuestro estudio sugiere que una de las formas en que la serotonina alivia la depresión es reequilibrando el procesamiento cerebral de los eventos negativos de la vida con el equilibrio de glutamato y GABA en la habénula lateral», destacó Steven Shabel, otro de los autores de la investigación.
«Ahora podemos tener una explicación neuroquímica precisa de por qué los antidepresivos hacen que algunas personas sean más resistentes a las experiencias negativas», concluyó.
De acuerdo con el Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés), la depresión es una enfermedad clínica severa que afecta al cerebro. Es más que sentirse «hundido» o «triste» por algunos días y alrededor de 20 millones de personas en los Estados Unidos la padecen.
Las razones para caer en un estado depresivo son muy variadas. Algunas personas caen en depresión cuando experimentan un acontecimiento emotivo en sus vidas, por ejemplo, al perder el trabajo o terminar una relación amorosa importante.
A otras personas les puede afectar como resultado de una suma de factores y acontecimientos: Cuando migramos y dejamos atrás en nuestro país nuestra familia y amigos más queridos; cuando sentimos falta de habilidad para comunicarnos; cuando nos resulta difícil entender e integrarnos a una nueva cultura. Sin embargo, hay gente que puede llegar a sentirse deprimida sin ninguna advertencia previa.
Fuente Holadoctor.com