España lidera el consumo europeo de prostitución, un negocio que controla a 400.000 mujeres, 1.600 locales y mueve 50 millones de euros al día. La Unión Europea ha decidido que estas cifras cuenten para medir la riqueza de los países y ha ordenado incluirlas en su Producto Interior Bruto.
El INE publica esta semana los primeros resultados de España, que prevén –al incluir también el tráfico de drogas– un repunte en la economía de hasta un 3 por ciento, el doble de lo que genera la investigación y desarrollo. Crecemos, pero gracias a contar como riqueza la trata y la explotación sexual de mujeres.
Se hace llamar María y no entiende de grandes números. Ha oído hablar del PIB y le bailan las cifras que prepara el Instituto Nacional de Estadística, pero sabe más de lo necesario para rechazar que el nuevo sistema de cuentas europeo incluya en la contabilidad de los países miembros actividades como la prostitución y el tráfico de drogas.
La historia de María incluye menos números. Dos semanas de aislamiento en su país natal, Rumanía, cuando su novio la encerró en casa y le prohibió ir a trabajar con el pretexto de los celos. Luego, ya en España, dos meses sin ver la luz del día, encerrada en varios pisos y hostales de Madrid, vigilada siempre por al menos dos gorilas que guardaban la espalda del jefe al que su pareja la había vendido. Recuerda bien los veinte hombres, a veces treinta, que la violaban cada día de su pesadilla, entre palizas y amenazas. De lo que María ya perdió la cuenta, y solo tiene 23 años, es la suma de dinero que sus captores se embolsaron y movieron a costa de su cuerpo, su libertad y casi de su vida: “Lo que me pasó a mí no puede formar parte de la riqueza económica de un país”, se queja.
Pero España acaba de adaptar sus cuentas para cumplir con la petición del Tribunal de Cuentas Europeo de que todos los estados de la UE hayan incorporado a su renta los flujos de esta parte de la economía sumergida.
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Fuente Interviu.es
