RÍO DE JANEIRO. Son las cinco de la mañana, Río se despierta. Dos biólogos de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) abren pequeñas botellas frente a casas de Tubiacanga, un barrio en la zona norte de la ciudad, y liberan decenas de mosquitos Aedes aegypti inmunizados contra el dengue.
«Les inoculamos en el laboratorio la bacteria Wolbachia que bloquea el desarrollo del virus del dengue. Liberamos estos ‘mosquitos del bien’ frente a los hogares para que entren y se reproduzcan con los mosquitos salvajes. Sus crías no transmitirán más el dengue», una enfermedad que puede ser mortal en su forma hemorrágica, explica el biólogo Gabriel Sylvestre Ribeiro.
«Tenemos una hora y media para liberar a unos 10.000 de estos mosquitos ‘vacunados’. Si hace demasiado calor ellos mueren», dice este biólogo de 27 años que con un mapa en la mano coordina la operación.
Los estudios muestran que la bacteria Wolbachia es también eficaz contra el chicunguña y la malaria, otras dos enfermedades transmitidas por el Aedes aegypti.
– Resultados en un año –
Brasil es uno de los países más afectados por el dengue, con siete millones de casos notificados desde 2000. En los últimos cinco años la enfermedad ha provocado unos 800 muertos.
Es la primera vez que esta estrategia de utilizar mosquitos para combatir a sus congéneres es utilizada en América Latina, aunque está siendo usada actualmente en Vietnam, Indonesia y Australia.
Los primeros huevos de Aedes aegypti inoculados por la Wolbachia en Brasil fueron importados de este último país.
Los investigadores esperan obtener resultados el año próximo, cuando la mayoría de los mosquitos de Tubiacanga ya estarían inmunizados y serían inofensivos para la población.
Las liberaciones de mosquitos se han venido realizando cada semana y se prolongaran durante unos tres meses.
La directora de la escuela primaria de Tubiacanga, una comunidad de 3.000 habitantes, ha sido contactada por Fiocruz para participar en esta experiencia.
«Aquí tenemos una trampa que atrapa los mosquitos que los investigadores estudian en sus laboratorios», explica la directora Rita Reis Lauria de Almeida.
«También explicamos a los niños las ventajas de liberar los mosquitos para que ellos a su vez lo expliquen en sus casas a sus padres», agrega señalando los paneles con explicaciones colocados en las paredes de la escuela.
– Menos caro que los transgénicos –
Esta experiencia de Fiocruz se suma a otra con mosquitos genéticamente modificados para combatir el dengue, y puede ser extendida a otros barrios y ciudades.
El biólogo Rafael Freitas, responsable de la crianza de mosquitos vacunados en el laboratorio de la Fiocruz, explica que este método tiene la ventaja de ser «natural» -los mosquitos no son transgénicos- así como «seguro», ya que la bacteria no perjudica al hombre ni a la naturaleza.
También es «duradero», porque pasa de generación en generación de mosquitos, y sobre todo es una operación «sin fines de lucro», ya que Fiocruz es una fundación pública.
A fines de julio, Brasil inauguró su primera ‘fábrica’ de mosquitos transgénicos a gran escala para combatir el Aedes aegypti.
La empresa británica Oxitec instaló su fábrica en Campinas (estado de Sao Paulo), con capacidad para producir 550.000 insectos por semana. Pero su producción puede llegar a alcanzar los 10 millones de mosquitos por mes.
Estos mosquitos, liberados en la naturaleza en una cantidad dos veces superior a la de los mosquitos no transgénicos, atraerán a las hembras para copular pero sus crías no alcanzarán la vida adulta y eso reducirá la población de mosquitos.
Sin embargo, una ciudad de 50.000 habitantes deberá desembolsar hasta dos millones de dólares por año para beneficiarse de este método y 425.000 dólares los años siguientes para mantener la población de insectos transgénicos.