Santo Domingo. Es sorprendente la forma en que los dominicanos vamos cediendo nuestro espacio y nuestros derechos. Ayer aprovechando el fin de semana largo acudí con mi familia a la playa de Juan Dolio, todo estaba perfecto en el camino, pero al llegar a la playa se aparecieron tres hombres con una factura en mano para cobrar la suma de RD$100.00 pesos por persona para poder estar allí, no se trataba de un cobro por un servicio de comida o sillas, simplemente por estar en la playa.
Esta situación de abuso me molestó mucho, y aunque tenía a mi hijo en brazos me negué e pagar la suma antes mencionada, en total éramos 7 personas las que fuimos hasta el lugar. Amparados en la palabra y los derechos que tenemos como ciudadanos, con mucha decencia les indicamos a los cobradores que no pagaríamos por ese dinero porque la playa es de público acceso.
Lo penoso del caso es que muchos de los que allí estaban accedieron al chantaje y pagaron para estar en la playa sin ofrecer ninguna resistencia.
El área donde nos encontrábamos queda próxima a donde estaba localizado el hotel De Cameron. No nos sentamos si quiera dentro de la propiedad privada, que se sobreentiende no debe ser violada, sólo llegamos a la playa.
Los dominicanos vamos poco a poco cediendo nuestro espacio, las playas no les pertenecen a nadie ya que la ley establece que hasta cierta cantidad de metros no se puede construir, pero al ser la playa un atractivo tan importante para la industria del turismo, poco a poco han ido cercando todo para que sea imposible tener acceso hasta este recurso natural, siento este derecho reservado sólo para los que pueden pagar las altas sumas de dinero en los resorts del país.
Ya ni en paz puede uno darse un baño, pero los malos somos nosotros, que no reclamamos nuestros derechos, siempre complacientes, dejando que sucedan las cosas porque si.