Lima, Perú.Los pequeños agricultores de los países en desarrollo no pueden considerarse simples víctimas del cambio climático, sino que son parte esencial de la solución al calentamiento global, según un informe del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).

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“La Ventaja de los pequeños agricultores”, un informe sobre la respuesta del FIDA al cambio climático, demuestra de qué forma las inversiones en el acceso a información meteorológica, la transferencia de tecnología y la preparación para la pronta intervención en caso de desastre están ayudando a los pequeños agricultores de ambos sexos a obtener los alimentos necesarios para sí mismos y sus familias en un planeta donde las temperaturas aumentan cada vez más, además de a rehabilitar los ecosistemas degradados y reducir la huella de carbono de la agricultura.

“Para nosotros, los pequeños agricultores son parte importante de la solución al problema del cambio climático”, ha afirmado Kanayo F. Nwanze, Presidente del FIDA. “En los países en desarrollo, unos 500 millones de pequeñas explotaciones producen alrededor de cuatro quintas partes de los suministros de alimentos, así que hay que admitir que las mujeres y los hombres de las zonas rurales hacen funcionar actividades empresariales fundamentales en la primera línea de la lucha contra el cambio climático”.



“Los pequeños agricultores a menudo son víctimas de condiciones climáticas más extremas e impredecibles y, a pesar de ello, están muy poco representados en los órganos nacionales y mundiales que elaboran las políticas sobre el cambio climático”, ha añadido Nwanze. “Lo que el FIDA procura subrayar en los debates sobre el cambio climático es que los pequeños agricultores están entre los receptores más eficientes de los fondos públicos destinados a hacer frente a los problemas que plantea el cambio climático”.

El informe se basa en las experiencias del Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala (ASAP) del FIDA, que se puso en marcha en 2012 con el objetivo de que la financiación relacionada con el clima redunde en beneficio de los pequeños agricultores. El ASAP combina, por un lado, financiación climática proveniente de muchos donantes y, por el otro, programas de inversión agrícola a gran escala que reciben financiación del FIDA y de sus asociados.

El ASAP ha acabado convirtiéndose en el programa de adaptación más grande a nivel mundial en favor de los pequeños agricultores, pues dispone de más de 350 millones de dólares en promesas de contribución y contribuciones efectivas de nueve donantes bilaterales. Gracias a este programa, el FIDA podrá aumentar la resiliencia al cambio climático de unos ocho millones de pequeños agricultores y promover la utilización de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes en una superficie total de más de un millón de hectáreas.

El informe “La ventaja de los pequeños agricultores” demuestra que los programas de inversión agrícola pueden convertirse en plataformas para contrarrestar los efectos el cambio climático. En Bolivia, por ejemplo, el FIDA colabora con grupos comunitarios para catalogar los conocimientos autóctonos sobre manejo de los recursos naturales y combinarlos con estrategias de adaptación al cambio climático innovadoras. En el Yemen, el FIDA ha financiado un análisis del riesgo climático que ahora sirve de base para decidir el emplazamiento y el trazado de los nuevos caminos rurales secundarios. En Rwanda, el FIDA ayuda al Gobierno a adoptar normas de construcción mejoradas y tecnologías que utilizan fuentes de energía renovable en los centros de elaboración poscosecha, amortiguando así los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos y las infestaciones por plagas.

Según el informe, una acción climática efectiva no tiene por qué limitarse a las cuestiones tecnológicas: para potenciar y sostener la resiliencia de los pequeños agricultores, el FIDA también invierte en el fomento de la capacidad institucional y el diálogo sobre políticas. Además, algunos ejemplos en Malí y Viet Nam ilustran de qué forma es posible prestar ayuda a los pequeños agricultores para que participen en los procesos de planificación locales y nacionales.

“La labor del FIDA demuestra que las inversiones que ayudan a los agricultores a adaptarse a los cambios climáticos pueden mejorar los ingresos familiares y la nutrición, y redundar asimismo en beneficio del medio ambiente”, ha asegurado Nwanze.