Durante más de un siglo, Cuba produjo los más finos y codiciados cigarros, a tal punto que se les llamaba «habanos», pero desde que Washington le impuso el embargo comercial en 1962, estos puros han sido un fruto prohibido para los estadounidenses.
Arturo Fuente

Hoy, gracias a una importante inversión extranjera, procedimientos mejorados y expertos en tabaco que huyeron de la isla, muchos de los mejores cigarros no son producidos en Cuba.



La revista Cigar Aficionado publica una lista -considerada como un estándar de la industria- de los mejores puros del año. Entre los 25 mejores cigarros de 2014, solamente dos son cubanos.

Tradicionalmente «los estadounidenses siempre han tenido la fantasía de disponer del verdadero cigarro cubano», dijo Bob Materazzi, propietario del Shelly’s Back Room, una oscura pero bulliciosa taberna situda en la intersección de los distritos de negocios, estudios de abogados y oficinas gubernamentales de Washington.



«Pero hay toda una generación que no ha tenido cigarros cubanos y gusta de los dominicanos» y de otros orígenes, dijo a la AFP.

– Fruto prohibido y de menor calidad –

Materazzi piensa que tomará cinco años antes de que los cubanos lleguen al mercado, e incluso entonces estarán en desventaja.

«No tienen control de calidad. Exigen demasiado a sus plantas», afirma Materazzi, aludiendo a los desafíos que enfrentan los productores cubanos. «Mucha de su producción está perdiendo carácter», añade.

Otra complicación: puesto que Estados Unidos no reconoce las marcas cubanas, varias compañías gozan de los derechos de firmas extranjeras sobre famosas marcas originales, como Montecristo y Cohiba.

«Esto va a ser un desafío para el mercado de cigarros, decidir quien tiene el derecho sobre esas marcas», advirtió Justin Russell, un colega de Materazzi.

Lo que los fumadores estadounidenses aprecian es la camaradería que encuentran en el mundo de los fumadores de puros, independientemente de la marca, dijo Russell.

«Puedo pedir un cigarro de ocho dólares y sentarme frente a alguien que prefiere uno de 50 dólares, encenderlo y hablar con él de lo que queramos», indicó.

Algunos fumadores claramente disfrutan de los puros de lujo. Shelly’s vende una caja de seis puros de una producción limitada de Arturo Fuente Opus 22, dominicanos, por 325 dólares.

Aunque los cigarros cubanos finalmente se introduzcan en el mercado estadounidense, deberán conquistar a fumadores acostumbrados a otros sabores.

«Durante los últimos 50 años la gente llegó a conocer Nicaragua, República Dominicana y Honduras» como productores de puros, dijo el empresario tabacalero Matt Krimm.

«Por supuesto, la gente comprará los productos cubanos», en parte por curiosidad, afirmó. «Si se adaptarán al gusto actual, es otro debate», explicó.

Pero un cliente de la cigarrería Draper dijo que los puros cubanos son conocidos por los buenos fumadores.

«La mayoría de nosotros tiene (cigarros) cubanos en nuestros humidores», admitió.

– Indiferencia de los fumadores –

«Matt nunca me dio un cigarro que no me gustara y no vende cubanos», afirmó Nicholas Stefanelli, un chef que inaugura su restaurante en la capital, al tiempo que aspira su puro en W. Curtis Draper Tobacconist, considerada la tercera cigarrería más antigua de la nación.

Matt es Matt Krimm, co-propietario de Draper, quien en su tienda revestida en madera, a metros de la Casa Blanca -y de los acaudalados lobbistas de K Street- es testigo de la resistencia del mercado de puros, ante la caída de la venta de cigarrillos.

Entre los clientes de Draper y Shelly’s se cuentan políticos y celebridades.

Krimm considera que los fumadores estadounidenses actualmente están abrumados por la amplia oferta proveniente de naciones que dominan el amplio mercado local en ausencia de Cuba: República Dominicana, Honduras y Nicaragua.

Él y sus clientes no necesariamente claman por la llegada de los puros cubanos.

«Mi entusiasmo sigue siendo el mismo de siempre», dijo Krimm luego de ver al presidente Barack Obama anunciar en televisión la histórica apertura en las relaciones EEUU-Cuba.

Si eventualmente la venta de cigarros cubanos «se adapta a nuestro modelo de negocio, lo haremos», agregó.

«Pero hemos estado en el negocio durante 127 años y en los últimos 50 años o más no pudimos vender nada cubano pero seguimos estando. Obviamente eso no nos va a cambiar la vida», destacó.