Berlín, Alemania. Más de la mitad de los alemanes (57%) considera el islam como una amenaza, y el 61% estima que esta religión es incompatible con el mundo occidental, según un sondeo publicado este jueves.

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El estudio, publicado por el semanario Die Zeit en su sitio web, fue efectuado por la fundación alemana Bertelsmann en noviembre, es decir mucho antes del atentado perpetrado el miércoles en París contra el semanario francés Charlie Hebdo, que costó la vida a 12 personas.

Según la investigación, el 40% de los sondeados se sienten «como extranjeros en su propio país».



El 24% de los encuestados querrían que se prohíba la inmigración de musulmanes a Alemania, un país de 81 millones de habitantes, de los que unos cuatro millones son musulmanes, en su mayoría turcos o de origen turco.

La fundación destaca que esa hostilidad al islam parece muy extendida, desde el electorado conservador a la izquierda, pasando por las clases medias. Un indicio de ello son las manifestaciones celebradas desde octubre en Dresde (este) por el movimiento antiislam Pegida, en las que participan neonazis, militantes de ultraderecha y ciudadanos ordinarios.

La fundación Bertelsmann indica además que esta islamofobia es comparable al antisemitismo rampante en el siglo XIX, y recuerda que el porcentaje de alemanes que estiman el islam incompatible con Occidente pasó del 52% en 2012 al 61% en la actualidad.

El especialista de la prensa Kai Hafez, coautor del estudio, destaca la responsabilidad de los medios, que a menudo vehiculan una imagen negativa del islam.

Tal y como observa, mucha gente sólo ha oído hablar de esta religión a través de «la organización Estado Islámico, la violencia o los salafistas», o a propósito de la opresión a las mujeres y el rechazo a los valores democráticos, apunta Hafez, profesor en la Universidad de Erfurt.

La encuesta fue realizada en noviembre, entre una muestra de 937 personas no musulmanas.

La fundación Bertelsmann también interrogó a musulmanes de Alemania. Según ella, las personas de origen extranjero, de segunda o tercera generación, son más religiosas que sus padres. La gran mayoría se reconoce en los valores de la democracia y de la Constitución alemana.