Por Pamela Gómez
Es posible a todas nos haya pasado o nos vaya a pasar, al inicio pensaba sólo fue un hecho aislado que me ocurrió pero con el tiempo he notado son situaciones desgraciadamente comunes y le pueden pasar a cualquier mujer, sin importar edad o el tipo de relación que tenga, hablo de los hombres que terminan sin decir adiós.
Adiós, palabra compuesta de cinco letras que significa una infinidad de cosas dependiendo el contexto, pero que siempre será una despedida, despedida que sabremos qué tan definitiva es dependiendo de quién y cómo la de. ¿Pero qué pasa cuando la gente se va y no se despide?
Imagina estás en una fiesta y de repente empiezas a echar de menos a alguien que sabes estaba pero dejaste de ver, le preguntas a la primera persona que puede responder la pregunta y te das cuenta ya la persona en cuestión se marchó y no se despidió, lo ves como un acto descortés pero no te quita el sueño, al final no era tu fiesta y no tenía obligación contigo.
Pasa muy diferente cuando quien se va es tu compañero sexual o sentimental, ese con quien compartiste sueños, metas, deseos, canciones, tardes, noches y seamos sinceros, saliva, fluidos corporales y una cama. Es distinto porque en algún lugar del contrato que contrajeron sin firma ni papel había una cláusula que decía podía ser rescindido en cualquier momento siempre y cuando la otra parte fuera informada, no especifica dar explicaciones aunque no queda mal un ´´prescindimos de su servicio´´, tampoco hablamos de un pre aviso o una oportunidad para que se cambie de opinión, simplemente se exige el comunicar la decisión de no continuar.
Escucho a algunas quejarse de que su pareja – de sueños o cama- luego de un día perfecto desaparecieron en la faz de la tierra sin ningún tipo de explicación, haciendo que ellas –y hasta yo- recreemos conversaciones, gestos y todo lo que fuera necesario para buscar el momento o la palabra que lo motivó a desaparecer.
Seré sincera, también en esas conversaciones -a veces monólogos- mis amigas han expresado algo muy importante y que tal vez ellas mismas no se habían dado cuenta, no extrañan los dotes sexuales de Eros de sus compañeros (la mayoría no lo tenía) o los momentos románticos con los susodichos, les molestaba el haber sido desechadas, utilizadas, era su ego herido hablando, nadie más.
He escrito tanto y aún no encuentro del porqué se van sin despedirse, algunos me han ayudado diciendo son pocos hombres, inmaduros o que se asustaron y todo esto suena a verdad, pero pienso no hay que tener un alto grado de madurez para cerrar si se abre, saludar si se llega, despedirse cuando se va.
Adiós, la palabra no dicha que nos deja en el purgatorio de la confusión, acompañándonos por días, meses o años dependiendo de la facilidad que tenga cada quien a vivir con puertas y ventanas abiertas, en lo personal no soy dada a dejar nada abierto, por lo que tarde o temprano regreso a la puerta, agradezco la experiencia, digo adiós y cierro.
PSD: Cuando te das cuenta el poco valor que tiene ese ser humano como hombre y reconoces en la cama no veías estrellas, todo se hace más fácil.