Por Daniel Merchán
Venezuela, otrora un país receptor de inmigrantes, destino predilecto de quienes deseaban a mitad del siglo XX iniciar una nueva vida, llena de oportunidades, cariz hospitalario y una atmosfera de bienestar, se convirtió en la actualidad en el país de las despedidas, el de la fuga de talentos y en un exportador por excelencia ya no de petróleo, sino de nuestro recurso más vital, los ciudadanos, alma, vida y esencia de esta república, que ya no lo es tanto.
En la última década la comunidad de venezolanos en Estados Unidos se duplicó, pasando de 91.507 personas en el 2000, a 215.023 en 2010. Mientras que en España se triplicaron de 54.719 en 2000, a 161.568 en 2012; según el Panorama Migratorio de América del Sur 2012 de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La emigración de profesionales venezolanos en el 2002 se agravó radicalmente con el despido de más de “18 mil de un total de 39.000” trabajadores de la estatal petrolera; hoy día las comunidades de venezolanos en el exterior aumentan con una celeridad nunca antes vista; sin embargo, el problema no sólo es la cantidad de venezolanos que se retiran del país, sino el nivel de formación que estos tienen.
El Estado venezolano pierde profesionales ya no sólo en las áreas científicas y tecnológicas; también son muchos los diseñadores de moda, abogados, arquitectos, comunicadores, fotógrafos y otros profesionales de la música, el arte y el teatro, que se dirigen a otras tierras, ayudando a crecer a esos países adoptados.
Venezuela no tiene “masa crítica” de profesionales calificados en las diferentes áreas. Las últimas emigraciones dejan a la nación sin el talento necesario para enfrentar las nuevas tecnologías, que son de vital importancia para la competencia en el mercado global. La “fuga de cerebros”, como se le ha conocido hasta ahora a la emigración de personal calificado, siempre ha sido un tema de conversación y que se vislumbra como una pérdida económica por todo lo que invierte un estado en formar a un profesional que luego se desarrolla en otras naciones aportando a ellas lo que su talento produzca
Las naciones en vía de desarrollo realizan cálculos con tiempo y planifican políticas de estado para generar profesionales en las áreas donde tienen déficit y así entrar bien preparado al mercado internacional, en especial en los espacios del conocimiento que son importantes para el crecimiento de su economía y el progreso de su sociedad. Incluso, países como China, Japón y Estados Unidos, tienen cazadores de talento que rastrean a los mejores en cualquier parte del mundo en todas las áreas del conocimiento y los adoptan para mejorar sus sociedades.
Se estima que 1.200.000 venezolanos están fuera del país, con una variedad de condiciones en cuanto a experiencias positivas y negativas, sin embargo la situación crítica del país no frena el número de usuarios que consultan portales como mequieroir.com en busca de información para irse de Venezuela, cifra cada vez mayor y alarmante. En 2009 recibían 60.000 visitas diarias. Desde enero de este año, esa cifra subió a 85.000 por día. En un mes pueden llegar al millón. La escena es similar en la Oficina de Legalizaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, en el Edificio Mercantil en la avenida Universidad, en el que en un espacio diminuto, día tras día, título en mano, buscando la famosa Apostilla de La Haya para sus credenciales educativas, más de un centenar de personas se mueven en forma de caracol siguiendo las órdenes de un funcionario, en medio de un calor sofocante.
Uno de cada 10 venezolanos asegura estar buscando información o realizando trámites que le permitan emigrar del país, según los datos de la última encuesta Omnibus realiza por Datanálisis. Los detonadores principales para querer salir de Venezuela se encuentran en la violencia, la inseguridad personal, los problemas políticos, y un componente de la crisis económica.
La gran mayoría de los venezolanos que intenta aventurarse a emigrar entra con visa de turista o negocios de no inmigrante, pues el perfil natural del emigrante venezolano es el de personas jóvenes (ubicadas en entre los 18-35 años), profesionales o tenedores de capital cuya contribución al PIB del Estado es la mayor.
En definitiva, la aventura venezolana por el mundo continua, en muchos de ellos se aguarda la esperanza de retorno al país, la reunificación de familias y la idea de establecerse y contribuir al proyecto de una vida prometedora en su nación, pero para tal fin es necesario crear condiciones de gobernabilidad, garantizar los DDHH, reforzar la seguridad jurídica y personal, devolver la institucionalidad a los poderes públicos, diversificar la economía como nicho para el crecimiento de la producción nacional y la inversión internacional con el apoyo del Estado, la mejora de la oferta educativa y la creación de fuentes de empleo.
Dicha receta es la que siguen los países destino, no los países de huida libre en estampida, Venezuela siempre ha sido un país de enormes potencialidades, con capacidad de sobra para resaltar ante el planeta entero, por tal razón aún hay tiempo de construir un futuro para todos, dejándonos como la mejor de las reflexiones, que la única razón para transitar la obra de Cruz Diez en Maiquetía, sea la sana curiosidad de admirar el exterior, conocerlo, aprovecharlo, y cultivar lo mejor de él en nuestras tierras.
Daniel Merchán
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