Al caer la noche del martes, una veintena de personas se recogen ante las numerosas velas que se acumulan a la entrada del liceo Joseph König, en la pequeña ciudad alemana de Haltern am See conmocionada tras la desaparición de 16 de sus estudiantes en el accidente aéreo del A320 en Francia.
“No podemos creerlo” explica llorando a la AFP Suzanne, de 47 años, que vino para rendir homenaje a las víctimas con sus dos hijos, Lukas y Nils, estudiantes en el mismo centro.
“Nos informaron hacia la una del mediodía, y los estudiantes fueron autorizados a regresar a sus casas”, explicó Lukas, de 11 años, que conocía a uno de los desaparecidos.
Esos dieciséis adolescentes volvían a casa tras un intercambio escolar en Cataluña (noreste de España), a bordo de un avión de la aerolínea de bajo costo Germanwings que se estrelló en los Alpes franceses.
No hay esperanzas de hallar supervivientes. En los alrededores del liceo se forman pequeños grupos de estudiantes, muchos en silencio, otros hablando en voz baja.
La noche cae en Haltern am See y las autoridades abren una capilla ardiente en una de las iglesias de la ciudad, de 38.000 habitantes.
“Hemos venido para demostrar todo nuestro amor a los padres que han perdido sus hijos. Yo conocía particularmente bien ese programa de intercambio escolar, mi hijo participó hace algunos años” explica Angelika, de 57 años, profesora en otro instituto de secundaria
AFP