El mundo contemporáneo descubrió en la transición un modo de abrirle paso a los cambios que requiere la sociedad moderna, y con ellos, todo un furor que hoy recaba las distintas experiencias internacionales a favor de la democracia, los derechos humanos y el rescate de la institucionalidad, por tal motivo, desde sus orígenes hasta sus múltiples consecuencias, la humanidad debió transitar el camino de la transición para salir de momentos oscuros, donde el odio, el totalitarismo y la intolerancia pretendieron eternizar los productos de sus males en el tiempo, la voluntad de disentir y cambiar, afortunadamente no lo permitió.
Durante las décadas de los años 70, 80 y 90 se dieron varios procesos de cambio político en Asia, América Latina y Europa del Este. La transición fue la causa común en todos ellos, por eso se le define como todo intervalo temporal que se extiende entre un régimen y otro, es decir, todo el periodo que incluye diversas fases; preparación, instauración e inicios de la consolidación. En este lapso las reglas del juego político no están bien definidas, de ahí los ajustes, acomodos mutuos entre los actores y sus respectivas estrategias. Se producen cambios y transformaciones en el campo institucional y mutan los mecanismos de participación, el comportamiento político y las reglas del juego político.
Polonia, Chile, Sudáfrica, Rusia, Ucrania, Egipto, Argentina, etc crearon condiciones para la transición, involucrando la apertura y debilitamiento de las elites gobernantes, generando escenarios para la participación ciudadana, que progresivamente dieron al traste con regímenes dictatoriales, incluso más férreos que los que hoy sacuden a algunas de nuestras naciones, en tal sentido, el rol de los partidos políticos, la sociedad civil, fuerzas armadas y de seguridad, ong´s, personalidades, organismos internacionales, se hace determinante, pues la ola de democratización tiene un efecto de dominó de un país al otro, y, al mismo tiempo, el alineamiento y la relación con un patrón internacional significa un logro seguro del proceso de cambio. Por último, las actitudes de los países vecinos y de las superpotencias pueden acelerar las transformaciones políticas o incluso cultivar su éxito.
El rescate de la democracia bajo esta bandera es totalmente válida y legitima, incluso se transformo en una variable cada vez más presente en la constitucionalidad y ordenamiento jurídico de los nuevos tiempos, lo cual permite a los distintos sectores de la sociedad levantar la voz de la transición cuando se vulneran los derechos humanos, se declara la emergencia económica, se reducen las libertades, sale golpeada la calidad de vida y se deslegitima la confianza en las instituciones, cuestiones que hacen impostergable la decisión de la sociedad de caminar hacia un cambio inmediato, que restituya los valores democráticos para evitar el colapso fulminante del Estado.
La Venezuela de hoy, clama desde cada ciudad, pueblo y lugar recóndito, la necesidad de la transición, la crisis ha rebasado todos los limites y cálculos, la creciente violencia en nuestras calles, un sistema de salud decadente, las colas interminables producto de la escasez, la corrupción indetenible, la falta de empleo, la fuga de cerebros y las políticas de odio que generan mayor segregación y castigo entre los venezolanos, preocupan a la ciudadanía, realidad que plantea un único llamado coherente en este momento tan particular, el principio de la transición, y cuyos preceptos descansan en un documento que ya todos conocen, que muchos hemos firmado y acompañado, que coloca los cimientos de un futuro diferente, de todos, por todos y para todos, pero que especialmente dibuja el boceto de la Venezuela que queremos, lo cual no obedece a una aspiración individual, es la voluntad de quienes hoy mayoritariamente desean un cambio en el país, ya que lo contrario sería dejar las cosas como están, dirigiéndonos sin freno a un precipicio sin fondo que hace un buen rato comenzamos a recorrer, cuando algunos vociferan cínicamente que aceptemos sin claridad en la conciencia, las condiciones del tenebroso destino que nos depara.
Este país, como tantos otros, puede ser protagonista del viraje que necesita, política, económica y socialmente, con valores humanos que hay que contagiar y poner en práctica, si queremos de una vez por todas, recuperar y reconstruir la identidad de una nación, que tiene la capacidad, el talento y las herramientas para ser un modelo de exportación, ejemplo de desarrollo para el mundo, paso que lograremos si cada uno de nosotros se muestra resuelto a la lucha por el cambio, fijado en la conquista de la libertad.
Por Daniel Merchán M @Daniel_Merchan en Twitter.