Reportaje de Luz Escobar de 14ymedio.com

La Habana, Cuba. «Dame una Obama bien fría», le dice al camarero un joven que acaba de entrar en el bar. Sobre la barra, el empleado coloca un vaso y una botella de Presidente, una cerveza dominicana que ha llegado a la Isla para paliar el déficit de láguer nacional. En medio del entusiasmo por el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el ingenio popular ha rebautizado esta bebida con el nombre del inquilino de la Casa Blanca.



Presidente Cerveza

La importación de cerveza está ayudando a paliar los altibajos que ha padecido la producción cervecera nacional en los últimos tiempos. En 2013, en el país se fabricaron alrededor de 2.600 mil hectolitros de la bebida, pero al cierre de 2014 ya se percibía un descenso a 2.570 mil hectolitros. Según los medios oficiales, en el primer trimestre del año pasado la afectación productiva se debió a una bajada en la materia prima, especialmente en la cebada malteada o malta de origen checo.



El director general de la Empresa Mixta Bucanero S.A, Jean Stevenardt, declaró entonces al periódico Granma que era «justa la inquietud de los consumidores por el desabastecimiento» que experimentaba la bebida, pero aseguró que se normalizarían «las entregas del producto a la red de comercialización y ventas minoristas». Más de un año después, sus predicciones optimistas no se han cumplido y los clientes están más inquietos que antes.

Este diario visitó una docena de bares y locales de servicios gastronómicos en diferentes provincias, además de recoger decenas de opiniones que demuestran que la situación se ha ido agravando en las últimas semanas. Los afectados se hallan tanto en el sector de servicios estatales como en los locales privados y ponen en jaque a la industria hotelera y recreativa, que por estos días vive un repunte con el aumento de turistas que visitan la Isla.

Según los medios oficiales, en el primer trimestre del año pasado la afectación productiva se debió a una bajada en la materia prima, especialmente en la cebada malteada o malta de origen checo.

En Santiago de Cuba, la carestía del producto, en especial de las marcas Cristal y Bucanero, se ha hecho más crítica a medida que se acercan las celebraciones por el V centenario de la fundación de la ciudad.

Este miércoles, los empleados de El Verano, perteneciente a la cadena CIMEX, el Club 300 o el Club Santiago, respondían como si se les preguntara por una especie extinta y que sólo recuerdan quienes tienen buena memoria.

En la gasolinera de 31 y 18, en el habanero municipio Playa, la respuesta era un poco más esperanzadora.

«No tenemos… hace rato que no entra ninguna de las dos, pero las estamos esperando». En el Vedado, la cadena Pan.com pierde cada día decenas de clientes desilusionados por no poder acompañar el sándwich o la hamburguesa con algo frío y refrescante. «Es que los paladares se las llevan por cajas, la demanda ha aumentado muchísimo y no dura nada la cerveza», explicó una empleada del local enclavado en la calle 17 esquina a 10 de esa céntrica barriada.

Para aminorar la carencia de la fría nacional, el Estado ha reactivado la importación de cervezas de países como México, República Dominicana, España o Portugal. A las marcas extranjeras que tradicionalmente se comercializan en el mercado en divisas –Bavaria, Heineken, Corona y Becks– se le suman ahora Sol, Mahou y la Presidente rebautizada como «Obama». Los precios son superiores a las nacionales, pero el déficit deja pocas opciones.

La familia de Maikel y Laura lleva años ahorrando para celebrar la fiesta de quince a su hija y, ahora que están comprando las provisiones para el festejo, ven cómo desaparece la cerveza. «Tendremos que comprar las que quedan, que son caras y no tan aceptadas en cuanto a sabor» ?explica el padre de la cumpleañera? «pero no se trata solo de dinero, sino de encontrar dónde hay cerveza, que es lo más difícil ahora mismo», confiesa preocupado.

Cuba sigue siendo un país donde tomarse una cerveza es algo que un trabajador promedio no puede permitirse con frecuencia, porque una de ellas le puede costar hasta el salario de toda una jornada. La imagen de los obreros sudorosos saliendo de la fábrica y bebiendo hasta el fondo de sus espumosas jarras, no es una estampa típica de nuestros bares. El placer se reserva para una ocasión especial, para los nuevos ricos, los turistas de paso por la Isla o la gente que tiene alguna entrada sustanciosa y paralela a sus salarios.

Cuba sigue siendo un país donde tomarse una cerveza es algo que un trabajador promedio no puede permitirse con frecuencia, porque una de ellas le puede costar hasta el salario de toda una jornada
El hecho de que la cerveza se considere un lujo inalcanzable para mucho, provoca que algunos tengan cierto pudor de quejarse por su escasez. «Hay gente que cree que tomarse una fría es una ostentación, pero con este calor debería ser un derecho humano», comenta Luis, un electricista que tiene un empleo estatal pero hace también algunos «trabajitos por la izquierda». Con cerca de sesenta años, es consumidor frecuente de Cristal y la considera una cerveza «con alma, excelente sabor y preferida de todos». No en balde, la marca alcanzó en 2007 la Medalla de Oro en la Feria Internacional Monde-Selection.

¿Quién tiene la culpa?

La discusión que acalora a muchos es si falta cerveza por un aumento de la demanda o el talón de Aquiles se encuentra en la productividad. La prensa oficial ha dirigido en varias ocasiones el dedo acusador hacia los acaparadores y los dueños de restaurantes privados que «vigilan» los lugares donde venden el producto y adquieren grandes cantidades cuando sale a la venta.

La ausencia de un mercado mayorista que suministre alimentos, bebidas y licores al sector privado, obliga a los paladares y cafeterías por cuenta propia a comprar en la misma cadena minorista donde el resto de la población adquiere productos para el consumo doméstico.

“En cualquier otro país los productores estarían contentos con el aumento de la demanda y lo que harían sería producir más y diversificar las ofertas”.

La principal instalación productiva de la Empresa Mixta Bucanero S.A responde a este diario que la fábrica estuvo cerrada un tiempo por desabastecimiento, «pero ahora ya estamos funcionando y esperamos que se resuelva el problema pronto». La misma respuesta que daba el pasado año su principal directivo, sin aclarar si las carencias se deben a falta de dinero para comprar la malta checa, retraso en el transporte o desorganización a la hora de planificar los ciclos productivos.

En el gran mercado de las calles 3ra y 70 en Playa, una clienta desesperada preguntaba a una empleada si tenía cerveza nacional. Tras el «no» rotundo, la mujer preguntaba qué día llegaría el producto. «No, eso no tiene día fijo, es cuando el proveedor las traiga y se acaban rápido porque la demanda es mucha», respondía la empleada. Es la contestación que invariablemente dan los trabajadores del sector estatal cuando se pregunta la razón del desabastecimiento.

«En cualquier otro país los productores estarían contentos con el aumento de la demanda y lo que harían sería producir más y diversificar las ofertas», aclara Mijaíl, que trabaja como barman en un local de la Habana Vieja. «Pero aquí, llaman a los clientes a que no compren tanto… esta película está al revés», sentencia mientras sirve una Bavaria a un desilusionado turista que había venido buscando una cerveza nacional.