Lo cierto es que, tal y como se dice, en la Madre Tierra no hay nada superfluo ni azaroso, todo tiene un porqué, aunque no sepamos verlo. A continuación te presentamos una lista de 11 parecidos más que razonables entre ciertos alimentos y nuestros órganos, así como de la función que cumplen estos en nuestro organismo.
¿Te has preguntado alguna vez por qué algunos alimentos se parecen a partes de nuestro cuerpo? ¿Y por qué son especialmente beneficiosos para esos órganos y no para otros? ¿No te resulta asombrosa la coincidencia?
Que la naturaleza es sabia es algo que todos sabemos, pero que hable con nosotros de forma tan evidente nos sigue resultando impactante.
1. La zanahoria y el ojo
La zanahoria es un alimento muy importante para nuestra salud, pero en especial lo es para nuestra visión, dado su alto contenido en betacaroteno, así como de vitaminas A, C, B1, B2, B3, B6, B9, C, E, colina y K, y minerales como el potasio, el magnesio, el hierro, el calcio y el fósforo.
Estos nutrientes son especialmente necesarios para gozar de una buena salud visual; para hacernos una idea, si nuestro organismo no tuviera vitamina A podríamos incluso padecer ceguera nocturna. Además, ayuda a prevenir las cataratas y la degeneración macular propia de la edad.
De este modo, si cortamos la zanahoria por la mitad a lo ancho, vemos cómo el dibujo que tiene nos recuerda a la silueta de un ojo humano. Podemos observar cómo las irradiaciones y las líneas se asemejan a la pupila y al iris.
Se puede comer la zanahoria como más guste puesto que, aunque cocida adquiere un sabor más dulce, no pierde sus propiedades antioxidantes sobre el sistema visual.
Como añadidura, cabe decir que las zanahorias son en su mayoría carbohidratos, así como una fuente de fibra dietética que no contiene grasas saturadas ni colesterol. Además, su bajo aporte calórico (40 Kcal por cada 100 gramos) las convierte en un alimento ideal para el control de peso.
2. Las fresas y los dientes
Como vemos en la imagen siguiente, el perfil dental y el interior de una fresa se asemejan sobremanera. Así pues, las fresas, además de un potente blanqueador natural de los dientes, favorecen una dentadura fuerte y sana, promoviendo también la salud de nuestras encías y cavidad bucal.
3. El jengibre y el estómago
La medicina oriental lleva siglos usando el jengibre para calmar males estomacales. Así, si observamos bien, podemos ver cómo este alimento imita las formas que nuestro estómago adquiere.
4. El tomate y el corazón
Si observamos el corte de un tomate por la mitad, podremos comprobar que tiene diferentes cavidades que albergan sus semillas. Esta distribución es muy similar a la del corazón.
Además, el tomate es rico en licopeno, un pigmento vegetal que protege el corazón atenuando el peligro de padecer enfermedades cardíacas y contrarrestando el efecto del colesterol.
Como curiosidad, cabe añadir que hay otros alimentos que, aunque no tienen ese color rojo característico, sí que contienen licopeno, como las habas y el perejil.
5. Las judías y el riñón
El parecido físico de las judías y el riñón es más que evidente. Además, este alimento tiene un gran poder depurativo sobre este órgano. En la medicina tradicional china son muy utilizadas para mejorar y reforzar el funcionamiento renal.
6. La naranja y las glándulas mamarias
Las naranjas, los limones, las limas y los pomelos o toronjas se asemejan de una forma extraordinaria y peculiar a los senos humanos. Así, se les asumen propiedades como el drenaje linfático natural de las glándulas mamarias o la inhibición del desarrollo de las células cancerígenas en los pechos.
7. Los higos y los órganos sexuales
Los higos aumentan la líbido e incrementan la fertilidad en ambos sexos. Además, esta fruta contiene grandes cantidades de vitamina B6, que es la responsable de segregar serotonina, la hormona de la felicidad.
8. Las nueces y el cerebro
Se dice que la nuez es el fruto seco ideal para el cerebro por su alto contenido en ácidos grasos omega 3, omega 6 y omega 9. Lo más sorprendente es que los pliegues, las arrugas e incluso la forma de cáscara son idénticos a nuestra distribución cerebral.
Lo cierto es que las nueces potencian el desarrollo de sustancias neurotransmisoras y ayudan a mantener un equilibrio químico en nuestro cerebro. Hay estudios que apoyan que consumir nueces de forma regular y moderada ayuda a combatir enfermedades como la depresión o la demencia.
9. El aguacate y el útero
Como vemos, la forma del aguacate es similar a la del útero femenino. En cuanto a sus beneficiosos aportes, tenemos varios datos curiosos:
El aguacate contiene mucho ácido fólico, sustancia que favorece el embarazo.
El ácido fólico, además, contribuye a disminuir la posibilidad de desarrollar displasia cervical, una enfermedad de fase precancerosa.
Otro dato curioso es que el aguacate tarda 9 meses desde que florece hasta que madura, el mismo tiempo que el bebé permanece en el útero materno.
10. El apio y los huesos
El apio, con aspecto de hueso, curiosamente influye de forma directa en nuestra resistencia ósea. El radio y el cúbito de nuestro brazo son como los tallos largos y delgados del apio.
Este alimento concentra grandes cantidades de silicio, fundamental para aportar fortaleza a la estructura ósea. Además, es rico en calcio, otro elemento necesario para nuestros huesos. Su asombroso parecido llega hasta tal punto que tanto los huesos como el apio están formados por un 23% de sodio.
11. Los plátanos y las manos
Es bien sabido que el plátano o la banana tienen un alto contenido en potasio, necesario para mantener unas buenas articulaciones y así evitar la degeneración muscular y articular.
La naturaleza es inmensamente maravillosa y nos hace llegar sus mensajes a través del lenguaje de la semejanza, un idioma que todos alcanzamos a entender. Así, resulta primordial aprender a observarla porque lo cierto es que, acercándonos a ella, nos acercamos a nosotros mismos.
AJV