chapo-guzmanAunque siempre se temió que pudiera pasar, seguramente la mayoría de la sociedad mexicana todavía no debe poder creer que se haya concretado la fuga de uno de sus criminales más buscados como lo es Joaquín Guzmán Loera.

En un país con un 98% de casos judiciales en los que reina la impunidad, y en el que la mayoría de los delitos no se juzgan ni se condenan, un escape de una cárcel que cuenta con sensores, control de accesos, detectores de metal, drogas y armas no debería sorprender. Aunque no por eso deja de indignar.



Al primero de sus escapes «El Chapo» lo concretó escondido dentro de un carrito de lavandería, que se encontraba en la cárcel «Puente Grande» de Jalisco en enero de 2001.

Cuando el 22 de febrero de 2014 fue atrapado por segunda ocasión, esta vez en Mazatlán (Sinaloa), al narcotraficante lo enviaron al penal de Almoloya de Juárez en el Estado de México, el Altiplano. De ese centro reclusorio, que en México se considera el más seguro, es de donde se escapó este sábado. Y con esta nueva fuga Guzmán rompió un récord en su país: es el único preso que logró huir en un par de ocasiones de una cárcel de máxima seguridad.



Las fuentes oficiales explican que El Chapo Guzmán consiguió escapar a través de un túnel en su ducha, «uno de los pocos lugares en los que no había cámarasde seguridad», según publica el periódico El País.

El propio Guzmán y Édgar Valdez Villarreal, alias «La Barbie» y jefe de sicarios del Cartel de Tijuana (controlado por los hermanos Beltrán Leyva), lideraron hace pocos meses una huelga de hambre de internos de Almoloya por las malas condiciones en las que, según ellos, los mantenían.

El escape del «Chapo» de Almoloya es inédito, ya que ningún detenido había conseguido huir de ahí. Ni Mario Aburto, el hombre condenado por el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a a la presidencia de México para 1994, ni tampoco José Luis Abarca, el alcalde caído en desgracia tras la matanza de Iguala ocurrida en septiembre de 2014.

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Perfil de la prisión

La prisión fue construida durante el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), y los detenidos de mayor perfil (como por ejemplo «El Chapo») eran mantenidos en una celda de poco más de seis metros cuadrados, con una ventana y un paseo de una hora al día.

Cuando Guzmán fue apresado por segunda vez, en febrero de 2014, el centro de detención de Almoloya de Juárez tenía un 99,5% de su capacidad ocupada. El lugar cuenta con una superficie de más de 260.000 metros cuadrados, y capacidad para alojar a 700 reos.

Esta penitenciaría, ubicada a poco más de 80 kilómetros de la capital mexicana, tiene comedores, aulas, sectores para entretenimiento y para la práctica de deportes, áreas de visita íntima y de familiares y abogados, salas de juzgados, cocina, lavandería, talleres y servicios médicos.