Santo Domingo. Mucha gente ha opinado con todo el derecho del mundo con relación a los empleos en el gobierno de Elizabet Mateo, presidenta del movimiento cívico Toy Jarto y de su esposo el secretario de dicha organización. En el caso de Elizabeth, laboró hasta junio de este año en la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (Sisaril) devengando un sueldo de 64,000 mil pesos como Gerente de Investigaciones y Sanciones de la Dirección Jurídica.
Su esposo también es empleado por el Estado y labora en la Procuraduría General de la República como Coordinador Nacional de Protección al Ciudadano, allí le pagan 54mil pesos por su trabajo.
Muchos han querido confundir a la opinión pública alegando que no es pecado trabajar para el Estado, y ciertamente no lo es, son muchas las personas serias, capaces y honestas que prestan sus profesiones por el bien de la República Dominicana, en ocasiones recibiendo un pago que no corresponde con su esfuerzo.
Lo que irrita a todos los que apoyamos a estos jóvenes es el silencio que guardaron desde que asumieron esos empleos.
Ambos ahora entraron a ejercer opinión pública en un programa radial que corresponde a los intereses del gobierno, algo que tampoco es pecado, ellos están en plena libertad de tomar las acciones que entiendan.
Elizabeth Mateo ayer explicaba en el programa El Sol de la Tarde que renunció precisamente a su cargo en la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales como un acto de honestidad por el compromiso que asumió en la emisora 106.5 FM.
Pero nos preguntamos si no guardó silencio como ella dijo: ¿Dónde están las protestas que ha realizado Toy Jarto en contra del presidente Danilo Medina? ¿Dónde están las posiciones tajantes, fuertes, firmes contra la corrupción cometida en esta administración? ¿Cuándo fue la última marcha encabezando luchas sociales de este movimiento cívico?, es precisamente eso lo que a la gente le ha molestado, no es el hecho de que sean empleados.