Tristemente nuestra sociedad ha sido impactada con el sonado caso del intento suicida de una adolescente en estado de embarazo, lo que ha dividido los comentarios entre quienes condenan su acción y quienes muestran solidaridad hacia la misma.
Sin embargo lo más inquietante y que debe movernos a profunda reflexión, es que el foco mediático de este penoso incidente no ha sido en las causas que empujaron a esta joven a atentar contra su vida (y la de su criatura), sino en la acción responsable de un joven ciudadano (sin restar méritos a su oportuno accionar) que mostró una conducta que debería ser vista como normal por nuestra naturaleza humana.
Debemos entender que estadísticamente aproximadamente el 90% de los adolescentes con conducta suicida están siendo afectados por un trastorno mental en el momento del intento o el suicidio consumado, y actualmente el suicidio es la tercera causa de muerte en la edades comprendidas entre los 15 y 24 años de edad, incluso ha ido en aumento los suicidios en edades comprendidas entre 5 y 14 años convirtiéndose en la sexta causa de muerte para estas edades, tomemos conciencia de que este tipo de incidentes ni son aislados, ni poco comunes, ni están reservados para un extracto social específico, ni exceptúa entre hombres y mujeres.
Particularmente me mueve a preocupación como en los últimos meses en mi consulta, ha habido un aumento significativo en los casos de trastornos de estado de ánimo en niños y adolescentes, siendo más notables los casos de depresión. He notado incluso una disminución en la edad promedio de los pacientes afectados y un incremento en los casos de niños que han sido víctimas de una conducta parasuicida (producirse daño físico sin la intención aparente de matarse) .
La actitud sobre este tema ha cambiado a través del tiempo y la percepción social presenta variaciones de acuerdo a la cultura y sociedad donde se consuma el hecho, desde la antigüedad el suicidio ha sido un fenómeno cargado de controversias pues encontramos que en Grecia y Roma los suicidios estaban motivado por un valor heroico, en Japón tenía un sentido ritual de honor, sin embargo en occidente encontramos que la iglesia católica condenaba severamente a quienes intentaban suicidarse, incluso en el siglo XIII Santo Tomas de Aquino atribuyo el suicidio a una inspiración demoníaca y a un pecado contra Dios.
Hoy en día la Organización Panamericana de la Salud (OPS) define el suicidio como “un acto con resultado letal, deliberadamente iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando su resultado letal y a través del cual pretende obtener los cambios deseados”, debemos destacar que una de sus características principales es que es un acto premeditado.
Los trastornos que más se relacionan con la conducta suicida son los trastornos del estado de ánimo (principalmente la depresión mayor), los abusos de sustancias (drogas y alcohol), la conducta disocial o antisocial y trastornos psicóticos. Estudios demuestran que hay una importante relación entre los adolecentes con intento suicida y sus antecedentes familiares, esto sugiere la gran importancia de la realización de una buena historia psiquiátrica para poder obtener y escudriñar datos tan importantes como estos.
El intento suicida en un adolescente expresa claramente una falta afectiva y de reconocimiento por otra persona. Es normal en los adolescentes los sentimientos de dudas personales, presión social, estrés, confusión y bullying. Todo esto producto de la vulnerabilidad de esta etapa de transición cargada de cambios y expectativas, algunos de ellos experimentan eventos traumáticos como abusos físicos, emocionales y sexuales, embarazos, divorcios, mudanzas, cambios de escuela, etc.
Los adolescentes en ocasiones pueden sentirse angustiados por los cambios físicos propios de la edad, a algunos les resulta difícil manejar los cambios que ellos ven en el espejo, incluso los cambios hormonales les pueden ocasionar dudas y confusiones sobre su cuerpo.
Solo una cuarta parte de los adolescentes que han realizado un intento de suicidio han sido llevados a consultar un profesional de la salud mental. Los adolescentes con pensamientos suicidas generalmente dan señales de que están confrontando una situación de crisis y claman por ayuda a través de cartas con contenido cargado de pensamientos de muerte y desesperanza, poesías, relatos. Otras alertas son:
- Regalar o descartar sus objetos favoritos
- Referir con frecuencia que es una persona mala y quien nadie quiere
- Decir que va a dejar de ser un problema para la familia
- No presentar interés en actividades cotidianas
- Uso de drogas y/o alcohol
- Pensamientos de muerte
- Ideas de culpa
- Tristeza persistente
- Pesimismo persistente
- Desesperanza
- Alucinaciones auditivas
- Aislamiento social
Es responsabilidad de los adultos velar porque nuestros niños y adolescentes no lleguen a tomar decisiones destructivas, y para poder socorrerlos en el momento oportuno es de gran importancia concientizar a la sociedad sobre el tema pues una vez realizado el intento de suicidio es necesario una acción rápida, especializada e interdisciplinaria, de abordaje integral que convoque y comprometa a la familia y a la red comunitaria.
Si en algún momento usted identifica alguna de estas señales o el niño o adolescente comenta, insinúa o amenaza con hacerse daño JAMAS lo tome como una manipulación, inmediatamente contacte a un profesional de la salud mental pues EL SUICIDIO ES UNA URGENCIA PSIQUIATRICA Y SE PUEDE PREVENIR.
Por la Dra. Biaris para Ensegundos.do
Médico Psiquiatra
Terapeuta Familiar y De Pareja – Adicciones Químicas
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