España. Al preguntar a Dídac Sánchez a quién se parece, responde que es como un cacahuete que está todavía rompiendo su cáscara. Un cacahuete de 22 años con 18 empresas, 125 empleados a su cargo y con unos beneficios de 50 millones de euros al año. Un cacahuete solitario y a la vez brillante que sigue la premisa de Einstein cuando decía que en tiempos de crisis la imaginación es más importante que el intelecto. Y a Dídac le sobran ambas cosas.
Él es un claro ejemplo de joven emprendedor, una moda que en nuestro país se está convirtiendo en una cultura. Le encontramos en su santuario intelectual. Su oficina en Carrer de Balmes en Barcelona. Allí tiene concentrados varios departamentos donde gestiona todas sus empresas. Dos clínicas, un despacho de abogados y otro de gestación subrogada. Una empresa de eliminación de datos en Internet, otra de marketing, un sello musical y hasta una de producción de monedas de colección. En todas usa ese genio al estilo Beethoven: «2% de talento y un 98% de perseverante aplicación».
El rostro imberbe de Dídac ha salido esta semana en las televisionesal descifrar un código secreto de la Segunda Guerra Mundial -el martes se cumplieron 70 años del fin de la contienda-. Este joven empresario consiguió hace ocho meses y tras tres años de investigación desencriptar el mensaje encontrado en 1982 en una chimenea de una casa del condado de Surrey (Inglaterra). Se ha gastado un millón y medio de euros y ha creado un nuevo software de seguridad basado en la estructura del código, que a partir del año que viene permitirá encriptar cualquier texto o documento.
También se ha hecho popular estos días al ofrecer de manera gratuita, a través de su empresa de borrado de datos en Internet(Eliminalia), borrar toda la información de los clientes de Ashley Madison en España. «Hemos recibido 1.500 solicitudes», dice Dídac, que creó la empresa con 19 años. «Necesitaba quitar informaciones negativas de mi pasado que había en Internet. Me puse a investigar para ver cómo podía ejercer mi derecho al olvido. Descubrí como hacerlo y limpié mi historial».
Dídac se refiere a un pasado que empezó con 13 años en un centro de menores en Barcelona. La Generalitat quitó la custodia a sus padres. Sus dos hermanas -su gemela y una mayor- y él fueron llevados al centro. «Según el gobierno catalán mis padres no estaban preparados para cuidarnos. La verdad es que yo también estaba metido en muchos líos y era un poco conflictivo», cuenta Dídac, que ahora ayuda económicamente a toda su familia y mantiene una relación cordial con ellos. «Nos llevamos bien, peronunca he tenido esa relación de padres e hijos. A mis hermanas, en paro, las quiero mucho. Estoy montando un negocio de hostelería para darles trabajo».
En el centro de menores le consideraban un chico raro. Y en el instituto destacaba sobre los demás niños. «Era un poco bipolar y tenía estados de ánimo bastante dispares. Siempre eché de menos llegar a mi casa, con una familia, tener mi habitación, mi espacio».
Con 15 años empezó a interesarse por la informática y ganó algo de dinero arreglando ordenadores. En esa época Dídac envió varias cartas a la fiscalía de menores denunciando el maltrato que daban en el centro a los chavales. Gracias a ello se empapó de temas de Derecho y de leyes, lo que propició que años más tarde fundara su propio despacho de abogados, Legisdalia.
Cuando estaba en el centro de menores, empezó a publicar en interne las historias que ocurrían allí para que la gente supiera por lo que estaba pasando. «Años después tuve que borrar toda esa información. Al hacer negocios con otras personas me decían quebuscaban mi nombre en Google y les aparecían muchas cosas que no les cuadraban», cuenta.
50 millones
El abanico de empresas montadas por Dídac Sánchez facturan 50 millones de euros al año. Ha escrito también dos libros. «Sólo tengo 22 años, me queda mucho por hacer», dice.
Son las siete y media de la mañana y todas las oficinas de Carrer de Balmes están con las persianas echadas menos las del despacho de Dídac. Allí, el chico prodigio abre los 400 emails que a diario le envían jóvenes pidiéndole consejo para montar una empresa.
«Muchos me dicen que quieren ser como yo. No entienden cómo un chico sin estudios ha conseguido todo lo que tengo. Yo les intento aconsejar de la mejor forma posible y les animo a seguir estudiando», afirma Dídac, que dejó el instituto con 17 años. «En clase me aburría mucho y pensaba que estaba perdiendo el tiempo. No podía soportar ver al profesor toda la hora esperando a que terminase la clase para irse a casa. En España necesitamos un cambio en la educación y en la forma de dar las clases».
Un crédito de 2.000 euros
Tras dejar el instituto fue a un banco a pedir un crédito. Le dieron 2.000 euros, con los que se compró un ordenador y alquiló una habitación en un pequeño piso de Barcelona. Todas las mañanas abría las Páginas Amarillas y buscaba empresas a las que ofrecía ayudarles con el marketing y su posicionamiento en Internet. «Al principio fue complicado. No ganaba casi dinero y había meses que me faltaban 50 euros para pagar el alquiler. Estuve a punto de mandarlo todo a la mierda. Pero no tuve más remedio que seguir porque si no me quedaba en la calle».
Poco a poco fue teniendo más clientes a los que hacía páginas web. Y a los 19 años empezó a indagar en otros sectores empresariales. Una noche, tumbado en el sofá, vio en el telediario un reportaje sobre la gestación subrogada. Investigó el tema, se dio cuenta de que no había casi ninguna empresa en España que tratase el asunto y decidió volcar todos sus esfuerzos en lo que pensaba que iba a ser una apuesta segura. Y así fue. «Debido a mi estancia en la residencia de menores, había aprendido mucho sobre la adopción. Sabía que aquí adoptar es muy complicado y que hay listas de espera interminables. Entonces se me ocurrió qué ventajas y beneficios podría obtener al crear una empresa que facilitara a los padres tener bebés genéticamente suyos», cuenta.
Así creó Subrogalia. No fue fácil. «Me desahuciaron tres veces del piso. Cada vez que ganaba algo de dinero lo invertía en la empresa y en pagar a los empleados. Era capaz de dejar de comer y dormir. Y no llegaba a final de mes».
Ahora su negocio se ha expandido. Está en Estados Unidos o Rusia; al año trae a unos 280 bebés a España. «Cuando empecé con este tema tuve que contratar a un abogado para que mediara con los clientes. Yo era demasiado joven y pensaba que no me iban a tomar en serio al hablar de bebés», recuerda.
En tan sólo un año ya había logrado el éxito empresarial. A raíz de la gestación subrogada fundó el Instituto IEGRA Tres Torres, un laboratorio de fecundación in vitro en la clínica Tres Torres de Barcelona, donde ofrecen a las parejas un paquete de intentos ilimitados durante dos años para conseguir el ansiado embarazo. Si en ese tiempo no se ha logrado, se puede recuperar el dinero invertido en el proceso, 14.900 euros. También ha montado la Clínica Hilton de medicina y cirugía estética, que es el primer centro especializado en el tratamiento de aumento de estatura para personas.
Cerró sus 19 años con Legisdalia, su despacho de abogados, yEliminalia, su empresa de borrado de datos. «Entonces sólo pensaba una cosa: corres o te pillan. No me paraban de venir ideas a la cabeza. Fue una época maravillosa», recuerda Dídac.