Durante los últimos 40 años, las grasas saturadas fueron acusadas de contribuir a la obesidad y tapar arterias de forma injusta.
Para evitar estos efectos indeseados, los nutricionistas por mucho tiempo recomendaron evitar la carne roja y el consumo de lácteos, la yema de huevo y la mantequilla.
No obstante, la verdad es que los alimentos no son perjudiciales para la salud y se comprobó que las grasas saturadas son beneficiosas para el cuerpo.
Todo ha sido una gran equivocación
El concepto errado sobre la nocividad de las grasas saturadas comenzó en 1970 luego de la publicación de un estudio titulado “Estudio de los siete países”, en el que participaron 12 763 personas.
No obstante, la investigación tenía importantes defectos: no se tomó en cuenta el consumo de azúcar, la práctica de ejercicio, y el consumo de tabaco, y no se incluyó a las poblaciones cuyas dietas se basaron principalmente de grasas saturadas y que no padecieron problemas cardíacos.
Como resultado, los organismos gubernamentales que se encargan de las investigaciones, continuaron vinculando las grasas saturadas y las enfermedades cardíacas, y desde aquel momento en países como Estados Unidos, la tasa de obesidad se duplicó y los problemas cardíacos continuaron siendo la principal causa de muerte.
¿Por qué la grasa saturada no provoca problemas en el corazón?
Una investigación realizada en el año 2010 sobre 21 estudios previos, realizó un análisis sobre 350 000 personas aproximadamente y no logró vincular a las grasas saturadas con las enfermedades cardíacas.
Del mismo modo, otras investigaciones tuvieron la misma conclusión.
Sin embargo, estas investigaciones también fueron blanco de controversias.
Las 21 investigaciones fueron objeto de escrutinio público y científico y fueron acusados de carecer de detalles, pues estas investigaciones se realizaron a lo largo de 14 años y aparentemente, para algunas personas no era tiempo suficiente para comprobar los efectos de una dieta rica en grasas saturadas.
¿Y qué hay del colesterol?
El cuerpo tiene dos tipos de colesterol: el HDL (colesterol bueno) y el LDL (colesterol malo).
Hasta el momento, se había creído que las grasas saturadas aumentaban el colesterol LDL (malo), pero se debe señalar que existen dos tipos distintos de colesterol LDL y los efectos de este son muy distintos:
- Colesterol LDL grande y ligero (tipo A): no está vinculado a enfermedades cardíacas y disminuye al limitar el consumo de colesterol y grasas.
- Colesterol LDL pequeño y denso (tipo B): vinculado a enfermedades cardíacas y disminuye al limitar el consumo de carbohidratos.
Por este motivo, la mejor forma de reducir el colesterol malo y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, es seguir una dieta baja en hidratos de carbono y no una dieta baja en grasas.
La grasa saturada podría ser beneficiosa
Según distintas investigaciones científicas, los beneficios del consumo de grasas saturadas incluyen:
- Hormonas: las grasas saturadas incrementan los niveles de testosterona la cual colabora con la reparación de tejidos, preserva los músculos y mejora las funciones sexuales.
- Inmunidad: Algunas grasas saturadas colaboran con la identificación de virus y bacterias por parte de glóbulos blancos y facilitando su eliminación del organismo.
- Función hepática: las grasas hepáticas son estimuladas por las grasas saturadas; las grasas hepáticas se encargan de eliminar las grasas que tienden a acumularse.
Pero debes tener cuidado…
La grasa sigue siendo rica en calorías y puede colaborar con el aumento de peso, aunque siendo precavido con las cantidades, las grasas saturadas no tendrían efecto negativo alguno sobre el organismo.
Del mismo modo, no todas las fuentes de grasas saturadas son igualmente saludables.
Debes procurar elegir la grasa que provenga de la carne de vacuno a pasto o huevos enteros, del aceite de coco, de la mantequilla y evitar igualmente cualquier carne procesada.
Las grasas saturadas ya no son lo que eran…
Fuente: Nutricionsinmas.com