Se dice que detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer. Quién sabe qué hubiera sido del destino de los más grandes músicos, artistas, cineastas y escritores, si no fuera por sus sabias, pacientes, atentas y amorosas esposas.
En Genial.guru queremos rendir homenaje a las grandes mujeres que les ayudaron a sus esposos a llegar a la cima de la fama y quienes siempre estuvieron ahí para apoyarlos.
Mercedes Barcha Pardo
Gabriel García Márquez conoció a su futura esposa cuando apenas eran unos niños que no pasaban de los 13 años. Sin embargo, desde que el escritor vio a esta bella chica siempre quiso casarse con ella, y el sentimiento era mutuo, así que tiempo después, en 1958, se unieron en matrimonio.
Mercedes estuvo siempre allí para su querido Gabo. Cuando él estaba trabajando en su famosa novela Cien años de soledad, su familia estaba pasando por problemas económicos. Ella era el sostén de la familia, apoyó a su marido y lo animó a seguir escribiendo. «Cuando el dinero se acabó, ella no me dijo nada. Mercedes logró, no sé cómo, que el carnicero le fiara la carne; el panadero, el pan; y que el dueño del apartamento nos esperara nueve meses para pagarle el alquiler», comentó Márquez alguna vez a su colega Plinio Apuleyo Mendoza refiriéndose al tiempo que le tomó escribir la novela con la cual ganó reconocimiento mundial y un Premio Nobel.
Yoko Ono
Los fans de los Beatles a menudo culpan a Yoko por la ruptura de la banda legendaria, aunque las cosas entre ellos empezaron a marchar mal mucho antes de que John Lennon conociera a su Yoko.
Fue Yoko quien introdujo a un joven Lennon al mundo mágico y desconocido de la creatividad: conceptos como la pintura de vanguardia, la literatura y performance extravagantes. Gracias a Yoko, John Lennon lanzó su álbum como solista cuya canción titular ’Imagine’ se convirtió en un himno internacional para los hippies. John Lennon dijo una vez que únicamente con ella era verdaderamente feliz, y que él y Yoko compartían una sola alma.
Giulietta Masina
El matrimonio de Federico Fellini y Giulietta Masina duró 50 años y 1 día. El gran director y la brillante actriz eran muy diferentes: él prefería la vida de lujo y atención de las mujeres; mientras que ella, por el contrario, siempre le fue fiel y leal a él. Sin embargo, incluso dificultades como estas no les impidieron ser felices juntos. Dependían tanto el uno del otro que no podían pasar más de un mes separados.
Cuando Giulietta no estaba en el set acompañando a Fellini, él se ponía histérico y la llamaba para pedirle consejos sobre cada uno de los detalles de las filmaciones. Ella editó guiones y eligía actores para las películas. A pesar de que ella era una gran actriz y participó en películas de su marido como La Strada y Noches de Cabiria, optó por sacrificar su carrera profesional y dedicarse completamente a la carrera de su brillante marido.
Sofía Tolstáya
Uno de los más grandes novelistas rusos, León Tolstói, pasó casi medio siglo con su musa y esposa Sofía. Ella era su multifuncional ángel de la guarda. «Ella era su asistente personal, directora, enfermera y editora. También actuó como copista de la épicaLa Guerra y la Paz (¡la tuvo que escribir 7 veces!). Después de la muerte de su marido en 1910, se convirtió en el guardián de su patrimonio creativo. Ella valientemente siempre aguantó las extravagantes rarezas de su marido y lo protegió del ejercito de aficionados que frecuentemente llenaban su casa buscando conocer al gran escritor.
Oona O’Neill
«Él me hizo madurar y yo lo mantenía joven», decía Oona O’Neill acerca de Charlie Chaplin. O’Neill le fue presentada a Chaplin, quien la considero para un papel en una de sus películas, cuando ella sólo tenía 17 años, él ya era un famoso comediante de 54 años de edad.
Su matrimonio duró 34 años y ni siquiera el padre de Oona, el dramaturgo estadounidense Eugene O’Neill, lo pudo impedir. Tuvieron ocho hijos juntos: 5 hijas y 3 hijos, y así permanecieron casados hasta la muerte de Chaplin en 1977. Después de casarse, O’Neill renunció a sus ambiciones profesionales y se convirtió en una esposa feliz y una madre amorosa. Ella fue la única musa en la vida de este brillante actor.
Clementine Churchill
A lado de su querida Clementine, el primer ministro británico, oficial en el ejército británico, político inflexible, y famoso estadista de Inglaterra Sir Winston Churchill se convirtía en un adolescente dulce e ingenuo. Ella fue su fiel amiga y aliada.
Clementine tenía un carácter fuerte y una mentalidad práctica, que se negó a vivir a la sombra de su gran esposo. En su lugar, la pareja se inventó su propia fórmula del amor. Se comunicaban entre sí a través de cartas y tarjetas postales, en las que usaban apodos de cariño. Él era su «pug» y posteriormente «puerquito», y ella era su «gatita». Parece que Clementine logró resolver el secreto de cómo mantener una relación fuerte y apasionada incluso después de 57 años de matrimonio.
Gala
La ahora legendaria Gala solía llamarse Elena Diakonova. Se dice que fue ella la primera en notar el genio real en el artista español Salvador Dalí. Cuando se conocieron, Dalí sufría de ansiedad agobiado por sus demonios, mientras la falta de reconocimiento lo empujaba hacia una profunda depresión. Gala se convirtió en su primera mujer, musa, modelo, madre, asistente personal y gerente. Ella se encargó de su carrera también; organizaba las exposiciones y encontraba nuevos clientes.
Con ella a su lado, Salvador Dalí gradualmente encontró una nueva sed de vida. A partir de ese momento, cada obra de arte que creaba fue firmada «Gala-Salvador Dalí». Siempre afirmó que él se convirtió en un verdadero artista gracias a ella.