Eurodiputado el eurodiputado Aymeric Chauprade, implicado en fuga de pilotos franceses de República Dominicana envía mensaje al presidente Danilo Medina en el que pide la liberación de Christophe Naudin,, acusado, al igual que él, de ayudar a salir de República Dominicana a sus dos compatriotas.

En un video colgado en su página, Aymeric Chauprade, pide perdón a la sociedad dominicana por los actos que cometió, pero indica que simplemente facilitó la salida para que sus compatriotas regresaran a su país luego de ser sentenciados sin pruebas por la justicia dominicana.



A continuación presentamos la carta y el video del eurodiputado publicada en su blog: aymericchauprade.com

Señor Presidente de la República Dominicana, Excelencia



Esta carta está escrita desde la emoción:

Serví a su predecesor, el Doctor Leonel Fernández, como consejero de asuntos internacionales. Estuve al servicio de la República Dominicana de 2009 a 2012, y profeso por esa nación, que forjó su independencia mediante la lucha, un respeto sólo comparable al cariño que siento por el pueblo dominicano.

Mi compromiso por su país comenzó con lo que sigue siendo uno de los recuerdos que más han marcado mi vida: el terremoto en Haití del 12 de enero de 2010. El ejército dominicano fue el primero en aterrizar, mucho antes que la ayuda de emergencia internacional, en la ciudad destruida de Puerto Príncipe; yo estuve al lado del Presidente Leonel en ese gran momento de solidaridad entre las dos naciones vecinas. Aquellas imágenes de muerte y desolación me marcaron para siempre, al igual que la magnífica compasión que demostraron los dominicanos.
Los que trabajaron conmigo en Santo Domingo, en la Presidencia, pero también en Funglode, altos funcionarios, y políticos, tanto hombres como mujeres, de alto rango o simples soldados, profesores o estudiantes, pueden dar fe, creo yo, del respeto que he demostrado tener por su país. He entablado en la República Dominicana amistades sólidas, más allá de las diferencias políticas. Algunos de mis amigos dominicanos saben hasta qué punto, y en qué ámbitos, he defendido la soberanía dominicana.

En estos momentos soy objeto, Señor Presidente, al igual que dos de mis compañeros, Christophe Naudin y Pierre Malinowski, de una orden de arresto emitida por su país.
El origen de esta orden reside en el supuesto hecho de que yo facilité en su momento, junto con Christophe y Pierre, la salida de dos pilotos franceses, Pascal Fauret y Bruno Odos, condenados a 20 años de cárcel por la Justicia dominicana.

Enfrentado sin duda a la imposibilidad de encontrar la tipificación de un delito que correspondiera a los hechos, un Fiscal dominicano optó por acusar a tres facilitadores de un incumplimiento del control judicial, de un delito que en nada corresponde a la realidad, «el tráfico de inmigrantes y la trata de seres humanos ».

Los dos pilotos franceses que huyeron del territorio dominicano no eran inmigrantes, y la ayuda que se les prestó en ningún momento fue una operación lucrativa, sino un acto voluntario de solidaridad.

Señor Presidente, la Justicia no es infalible, porque no está hecha a imagen de Dios, sino a la del hombre: éste es falible, y en la República Dominicana no menos que otros países. Mi respeto por la Justicia dominicana está fuera de duda, pero sinceramente creo que mi obligación es decirle que algunos de sus servidores se han equivocado en el caso de los dos pilotos acusados de tráfico. Estos hombres en ningún momento se beneficiaron de un juicio justo. Se les arrebató tres años de su vida sin que se aportara ningún indicio probatorio de su implicación en el supuesto tráfico. En agosto de 2015, cuatro franceses fueron condenados a veinte años de cárcel, y todos los sospechosos dominicanos (¡más de treinta!) fueron absueltos.

Señor Presidente, a una injusticia cruel, consistente en la denegación de Justicia a unos hombres que tenían derecho a un juicio justo, no permita que se añada una segunda injusticia, un ensañamiento judicial contra las personas de buena fe que se movilizaron para ayudarles de forma caritativa.

Los dos pilotos franceses eran antiguos militares con unas hojas de servicio excepcionales. Yo mismo, oficial de reserva de la Marina nacional, antiguo profesor de la Escuela de Guerra francesa, respetado por mis trabajos y escritos de geopolítica (razón por la cual el Presidente Leonel Fernandez solicitó mis servicios), conocía la reputación de estos dos hombres. Cuando hace dos años Christophe Naudin acudió a pedirme que me implicara en la defensa de los dos pilotos, a priori no podía tener más que una actitud positiva al respecto. Christophe Naudin es una persona respetada en los ámbitos de la seguridad y los medios franceses: trabaja para el Estado francés y presta servicios de seguridad aeroportuaria para numerosos países en todo el mundo. Le ruego asimismo que considere con especial atención el caso de Pierre Malinowski: es joven y únicamente se comprometió en esta acción porque, a su juicio, Christophe Naudin es un actor que merece el «respaldo» del Estado francés. Por tanto deseo asumir yo mismo su cuota de responsabilidad.

Señor Presidente, asumo mis actos, no tengo previsto renegar de los valores de verdad y patriotismo en los que fui educado. Siempre he asumido mis responsabilidades. Nunca he cometido ningún acto violento, ni por supuesto me he visto inmiscuido en actitudes relacionadas con la corrupción.

No obstante, comprendo que el pueblo dominicano pueda sentirse herido. Si es así pido perdón por ello. Los que piensan que he podido mostrar arrogancia o menosprecio se equivocan. Al estar yo mismo apegado a la soberanía de los pueblos, también estaría indignado en su lugar. Pero lo único que me condujo a tal implicación es el espíritu de solidaridad con unos compatriotas desamparados.

Los dos pilotos que abandonaron las tierras dominicanas actualmente se encuentran encarcelados en Francia a la espera de juicio. No se fugaron de la Justicia, pero querían someterse a la de su propio país. Como cualquier persona puede soñar con morir en la tierra de sus antepasados, cualquier persona puede desear ser juzgada por los suyos. Es una regla inalterable de la civilización.

Señor Presidente,

Usted es un hombre de buen corazón, un patriota dominicano, no me cabe la menor duda. No necesita tener a estos “trofeos” franceses a sus pies para ser un gran presidente. Usted tiene la prerrogativa de la gracia respecto a estos tres ciudadanos franceses que actuaron en nombre de lo que ellos creen que es la Justicia. Usted también tiene el poder de confiar en la Justicia de mi país para juzgar a los dos pilotos acusados de tráfico.

Creo que he agotado mis argumentos para convencerle de mi sinceridad. En el momento de acabar mi carta me viene a la mente un recuerdo muy intenso de su país. Pienso en esos momentos de inspiración y frescura que venía a buscar en la gran sala del Museo de la Independencia de Santo Domingo, Calle Duarte, cerca de la última residencia de los Padres de la Patria, y me digo que una nación que venera tanto a sus antepasados y permanece fiel a su religión, siempre puede encontrar la fuerza de ser misericordiosa.

Aymeric Chauprade

Señor Presidente, deseo expresarle mi Más Alta Consideración.

Aymeric Chauprade
Diputado francés en el Parlamento Europeo
Miembro de la Comisión UE-ACP (África Caribe Pacífico)
Miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores