La apertura sexual y las fantasías han impulsado que hoy tanto hombres como mujeres experimenten nuevas sensaciones y placeres que años atrás parecerían inapropiados, pero que de a poco van ganando terreno en quienes son más desinhibidos y están dispuestos a ir siempre un paso más adelante si nos adentramos en este paraíso del sexo.
Pero, ¿puede un hombre ser heterosexual y fantasear con vestirse de mujer como práctica habitual? Claro que sí y a tal comportamiento se le denomina Crossdressing, el cual llega a derribar el mito que sólo un homosexual puede tener deseos de usar prendas femeninas y maquillarse como una chica, ya que la “heterosexualidad flexible” va ganando terreno en la sociedad actual y de a poco se posiciona como una nueva forma de vida.
Si bien el fenómeno no es algo reciente, obtuvo mayor popularidad por el libro “Casa Valentina” del escritor norteamericano Harvey Fierstein, ejemplar que cuenta la historia de siete hombres cross dressers que se trasvisten y juegan a ser mujeres, pero sólo por un momento.
Tal fue el auge de este escrito que el director, actor y dramaturgo argentino José María Muscari lo llevó a las tablas con total popularidad, afirmando incluso en una entrevista con el diario digital trasandino Infobae que: “ el crossdressing es el fetiche por la ropa del sexo opuesto sin que eso tenga intervención en la elección sexual, sino que entra en un terreno de la composición psicológica de las personas”.
A diferencia de las travestis, que su más grande anhelo es vivir las 24 horas de mujer, en los “heterosexuales flexibles” se observa una doble identidad, una en que se sienten bien con su vida de hombres, pero por momentos desean explorar su lado femenino y recurren a este vestuario para modificar tanto su personalidad como su imagen.
Ámbito que el director transandino declara que quienes practican Crossdresser son hombres, pero buscan espacios en los cuales ponerse en los zapatos de una mujer. “A estos machos les lleva mucho tiempo crear esta transformación, y esa composición tiene que ver con un alter ego que tienen en su interior”.
Asimismo, dado los prejuicios sociales presentes en su mente y a la poca tolerancia que hoy existe por parte de la sociedad, son muy pocos los que se atreven a salir a la calle con dicha transformación, aunque cada vez más hombres confían a sus parejas sus preferencias. “Hasta se acompañan mutuamente a comprar ropa, o frecuentan clubes especiales para crossdressing donde se pueden desenvolver como chicas sin la necesidad de ocultar ese lado que en algunos casos está reprimido”, es lo plasmado en el medio femenino Entre Mujeres.
¿Qué hay tras los heterosexuales flexibles?
Esta nueva forma de ver a los heterosexuales surge a partir de un trabajo desarrollado por Carlos Figari, investigador del Conicet y del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) del Instituto de Investigación Gino Germani de la UBA, y envuelve la posibilidad de que un hombre se sienta atraído sexualmente por una mujer, pero a la vez quiera jugar o experimentar ser una chica por un par de horas.
Para llevar a cabo tal investigación, el experto exploró una serie de pub y discoteques gays y “alternativas” (lugares frecuentados tanto por homosexuales como por heterosexuales), llegando a la conclusión que el crossdressing es sólo una experiencia momentánea que desean vivir los heterosexuales, es una especie de escape a estas barreras impuestas por una sociedad conservadora que de a poco se han ido derribando, es lo plasmado en su libro “Todo sexo es político”.
“Del mismo modo, hay que tener en cuenta que los prejuicios de la sociedad actual en torno a la sexualidad, hace que estos hombres se mantengan en completo anonimato y en un principio vivan este deseo interno con una culpa de que lo que sienten es mal mirado por sus pares e incluso algo intolerable si se tiene familia e hijos”, afirmó Paulina Valenzuela, psicóloga y terapeuta de parejas.
Tal es el miedo por no sentirse rechazados por el entorno, que existen muchos hombres que adoptan esta práctica que deciden ocultar a sus novias o esposas este deseo íntimo, pese a que no está asociada con su elección sexual y el hecho de usar un par de tacones no los hace sentirse mujeres ni menos querer intimar con otros hombres.
Contexto en que Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo declaró al medio argentino Entre Mujeres que en la intimidad de una pareja todo es posible, y eso contempla el intercambio de ropa, el juego de roles y hasta el uso masculino de consoladores.
“Todo es posible en la cama y eso involucra a que si un varón se viste con ropa de mujer o usa lencería femenina dentro del juego erótico y dicha práctica no es condición “sine qua non” para tener sexo, no debería llamar la atención. No implica nada más ni nada menos que buscar nuevos recursos para disfrutar y despertar el deseo sexual de su pareja”, afirmó el experto.
Por eso el especialista sostiene que considerar que ese hombre es un homosexual encubierto es un grave error, ello porque la homosexualidad es un deseo de amar y/o tener relaciones con alguien del mismo sexo y no implica usar indumentarias ni accesorios del sexo opuesto por momentos determinados solo para experimentar sentirse mujer por un par de minutos.
Asimismo, Paulina Valenzuela complementa que hoy en día tener este tipo de juegos en la pareja es un excelente recurso para salir de la rutina y optar por nuevas formas de sexualidad, siempre que ambos estén de acuerdo. Lo mismo ocurre con acceder a otras prácticas (recursos osados) que si hay un consenso no tendría porque afectar la relación ni menos dudar de la sexualidad del otro, pues en este plano son sólo parte de un contexto y de ciertos códigos presentes en el compromiso que nadie más que la pareja entiende.
Del mismo modo, que un hombre opte por usar una prenda femenina para vivir esa experiencia es parte de un proceso en que él desea encontrarse con su parte más sensible. “No tiene relación alguna con querer ser mujer las 24 horas del día, sino que es un mecanismo para experimentar esa sensibilidad que si bien le causa placer, tiene tiene claro que su masculinidad es lo que prima”, finalizó la psicóloga.
Fuente: BioBioChile.cl