El extravagante torero mexicano Rodolfo Rodríguez «El Pana» falleció ayer a los 64 años debido a un paro cardíaco, un mes después de que una violenta cornada lo dejara tetrapléjico y con una salud muy débil.
«El Pana» falleció a las 18H45 locales (23H45 GMT) en un hospital de la ciudad de Guadalajara, Jalisco (oeste), «de un paro cardíaco fulminante», dijo a la AFP Luis Quintero, de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, en base a información que dio a la asociación el doctor Francisco Preciado.
Rodríguez, que a veces toreaba con un puro en la boca, sufrió dos cornadas el pasado 1 de mayo en una corrida en la ciudad de Lerdo, Durango (norte).
Esa tarde, el diestro originario de Apizaco, Tlaxcala (centro), fue embestido por el segundo toro, que lo levantó por el aire para luego caer de cabeza sobre el ruedo, después de haber recibido ya un fuerte golpe del primer toro.
El torero fue internado inicialmente en un hospital de Torreón (Coahuila, norte) pero poco después fue trasladado a Guadalajara, la segunda ciudad de México.
«El Pana» conoció tarde el toreo, cuando tenía 28 años, una pasión que abrazó con fuerza y que le convirtió inicialmente en una figura sobresaliente, aunque después fue quedando rezagada por sus provocativas declaraciones fuera de la plaza.
«Criticaba a las grandes figuras del momento y le gustaba decir que él no alternaba con cualquiera», aunque se tratara de toreros importantes, recordaba en mayo Gustavo Mares Paredes, periodista mexicano especializado en tauromaquia.
Entre las extravagancias que lo caracterizaban está el brindis que ofreció en 2007 en su última aparición en la monumental Plaza México de la capital dirigido a las mujeres que se dedican a la prostitución, cuando destacó la protección y el abrigo que le dieron en sus momentos de mayor soledad.
El matador, que también dedicó sus corridas a los toreros que nunca llegaron a la plaza grande, es considerado por los especialistas el «último romántico» de los toreros mexicanos.