Oh my God!, Oh my God!, Oh my God!”. Así, eufórico, de rodillas y bañado en su propio llanto, LeBron James finalmente celebró el más grande de sus triunfos y cumplió la más especial de sus misiones: darle a la ciudad de Cleveland en su natal Ohio un campeonato de ligas mayores en los deportes que generaciones enteras no habían vivido.
Pero para que Cleveland terminara con una enfermiza sequía de 52 años en el deporte profesional, se necesitó de la remontada más grande de la historia de la NBA, nada menos, y eso es justamente lo que LeBron y sus Cavaliers completaron el domingo en Oakland cuando se aferraron a ganar y conquistaron el primer título de la franquicia con un 93-89 sobre los campeones Warriors de Golden State, el equipo que esta temporada impuso un nuevo récord de 73 juegos ganados.
Nunca un equipo se había levantado en las Finales de la NBA de un 3-1 en contra; punto y aparte hacerlo con dos de esos triunfos en la casa de Stephen Curry, el “MVP” de la liga que ha sido destronado por LeBron (9 de 24 para 27 puntos, 11 rebotes, 11 asistencias, 2 robos y 3 bloqueadas el domingo).
“Vine de regreso (a Cleveland) por una razón”, dijo James. “Vine para traer un campeonato a nuestra ciudad. Sabía que podía hacerlo”.
La bloqueada de un campeón
James, que en los juegos 5 y 6 anotó 41 puntos y que en la serie promedió 29.7 puntos, 11.3 rebotes y 8.9 asistencias por juego, mantuvo a Cleveland en el partido decisivo con su liderazgo, sus encestes cruciales, y también un esfuerzo defensivo que se tradujo en solo 13 puntos de los potentes Warriors en el cuarto periodo; una defensa de campeones inmejorablemente ilustrada que por la impresionante bloqueada de James a Andre Iguodala cuando el marcador estaba empatado a 89 y quedaban 1:50 minutos de partido.
La canasta propiamente del campeonato fue anotada por Kyrie Irving (26 puntos), un triple faltando 53 segundos ante la marca de Curry que puso el trepidante juego 92-89. Curry falló su intento de triple en la siguiente ofensiva y LeBron, adolorido de la muñeca, hizo uno de dos libres luego de una fuerte falta de Draymond Green (32 puntos) a falta de 10 segundos.
Con cuatro de desventaja, los Warriors ya no pudieron. Curry (6 de 19 para 17 puntos) volvió a fallar desde lejos ya bajo mucha presión y el tiempo se consumió mientras James, con el rostro descompuesto de emoción, se abrazaba con Kevin Love. Un rato después, al recibir su tercer trofeo Larry O’Brien de campeón de la NBA y su tercero de “MVP” de unas Finales para empatar a Magic Johnson, Shaquille O’Neil y Tim Duncan, solo debajo de Michael Jordan (6), James exclamó: “¡Cleveland, este es para ti!”.
En sus sextas Finales en años seguidos, James por fin cumplió a las expectativas de seguidores y detractores. Sin presunciones innecesarias, fue coronado. Es el rey de la NBA.