A pesar de que hace unas semanas, el senador y expresidente de Uruguay, José «Pepe» Mujica le dijo a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, que «estaba más loco que una cabra» y ha dicho en varias oportunidades que la situación de Venezuela es preocupante, toma distancia de las últimas acciones del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, que decidió activar el mecanismo para aplicar la Carta Democrática a Venezuela, que a su entender no favorecen el diálogo entre gobierno y oposición en Venezuela.
Destaca ElEspectador que por eso decidió esta semana divulgar el contenido completo de la carta que le había mandado el 18 de noviembre a Almagro en la que le dice “adiós”.
Este es el texto de la misiva
De Mujica a Almagro:
Luis:
Sabes que siempre te apoyé y promoví. Sabes, que tácitamente respaldé tu candidatura para la OEA. Lamento que los hechos reiteradamente me demuestren que estaba equivocado. No puedo comprender tus silencios sobre Haití, Guatemala y Asunción, al mismo tiempo publicas carta respuesta a Venezuela.
Entiendo que sin decírmelo, me dijiste ‘adiós’.
Cuando te pedí que no concurrieras a la frontera convulsionada de Venezuela y Colombia, no era capricho ni menos no querer ver la realidad. La preocupación mía no es como nos ven o entienden los medios de prensa o los políticos. No, la línea de preocupación es cómo incidir algo a favor de la gran mayoría de los venezolanos. Es la misma actitud asumida en el conflicto Estados Unidos-Cuba, o con la paz de Colombia. Lo central no es cómo nos ven sino ser útil o no a la mayoría de la gente corriente. Creo que en algún momento habrá que servir de puente para que Venezuela toda pueda manejar con solvencia su autodeterminación y no deberíamos divorciarnos de ese rumbo. Todos sabemos que Venezuela es reserva petrolera para los próximos 300 años. Allí radica su riqueza y su desgracia, porque Estados Unidos es adicto al petróleo y sus intereses presionan y cómo. También esto hizo posible la deformación sociológica de acostumbrarse a vivir de la renta petrolera y terminar importando hasta lo elemental, el grueso de la comida.
La revolución bolivariana no pudo escapar con voluntarismo de esa realidad aunque derramó recursos y reservas a favor de los eternos postergados. En mucho fueron años a favor de la equidad social. No se logró revertir la dependencia del petróleo y de las importaciones de alimentos, y con la caída de precios, padece hoy un cúmulo de tensiones que hasta enturbian la democracia.
Venezuela necesita paz interior, es decir convivencia en primer término, y deberíamos trabajar para ello. Necesita no reducir la idea de socialismo a estatización y precisa coyuntura de NEP para su economía y sus desequilibrios monetarios. Esto parece imprescindible para viabilizar reparto, estabilidad y democracia.
Venezuela nos necesita como albañiles y no como jueces, la presión exterior solo crea paranoia y esto no colabora hacia condiciones internas en esa sociedad.
Repito: la verdadera solidaridad es contribuir a que los venezolanos se puedan autodeterminar respetando sus diferencias pero esto implica clima que lo posibilite.
Es muy difícil hoy, pero toda otra alternativa puede tener fines trágicos para la democracia real.
Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido.
«Pepe”