Un misterioso comprador que se presentó como argentino adquirió por más de 600.000 euros la mayoría de objetos personales de responsables nazis subastados el sábado en Múnich, informó el lunes la prensa alemana.
“El comprador de la segunda fila”, vestido íntegramente de negro, con botas y gorra, se llevó el último uniforme militar de Adolf Hitler por 275.000 euros así como ropa interior “parcialmente enmohecida” de Herman Göring por 3.000, según el periódico Bild.
Sin embargo no pujó por un par de calcetines de Hitler, vendidos por 18.000 euros.
Según Bild asistieron a la subasta “parejas jóvenes, ancianos y cabezas rapadas musculosos con tatuajes tribales”, indicó un reportero del periódico que se mezcló con el público.
La casa de subastas había prohibido la presencia de periodistas durante la subasta que duró tres horas.
El comprador usó en la subaste el 888, un número que contiene el “88” que los neonazis usan como abreviación de HH (“Heil Hitler”) porque la letra H es la octava del alfabeto.
Preguntado por el periodista, el individuo dijo en un inglés con fuerte acento español que venía de Argentina y que los objetos estaban destinados “a un museo”, sin dar otras precisiones.
El periódico recuerda que numerosos nazis se fugaron a Argentina después de la Segunda Guerra Mundial y se pregunta si el comprador no actuaba como representante de un coleccionista privado.
Por su parte el diario bávaro Süddeutsche Zeitung afirma que la tarjeta con el número 888 fue usada por dos individuos que se alternaron en la subasta y que ambos estaban vestidos de idéntica manera y hablaban con acento sudamericano.
El Consejo Central de Judíos de Alemania había calificado el jueves de “escandalosa y abyecta” la subasta, que también fue criticada por el alcalde de Múnich.
Entre los objetos que pertenecieron a Hitler había calcetines, corbatas, manteles y un certificado fiscal por la tenencia de perros, señalaron los medios.
Todos procedían de la colección de John K. Lattimer, un médico estadounidense que trató a los detenidos alemanes durante los juicios de Nuremberg.
La casa de subastas, que aparte de bloquear el acceso a la prensa solo distribuyó el catálogo a sus clientes, aseguró en un comunicado que no tenía “ninguna intención de perturbar la paz social ni de herir sentimientos” y se dijo “plenamente consciente de la historia funesta de Alemania de 1933 a 1945”.
AFP