El celular se ha vuelto un elemento indispensable de la vida diaria, casi que una extensión del cuerpo. Sin embargo, no son pocos los expertos que llaman la atención sobre el hecho de que este dispositivo puede convertirse en un obstáculo para las relaciones interpersonales y hasta para el buen rendimiento académico en la universidad.
Entre estos se encuentra el profesor José Gerardo Cardona, de la Fundación Universitaria del Área Andina de Colombia, quien comenta su preocupación al notar que “los estudiantes prefieren tener el celular en la mano que poner atención a la clase”. Inquieto al respecto, lideró un estudio con elGrupo de Investigaciones de Estadística y Epidemiología (GIEE) de la institución, con el cual demostró que la dependencia por estos equipos está al borde de convertirse en una adicción con serias consecuencias.
Para llegar a este resultado, el grupo, avalado por Colciencias, recibió $10 millones de presupuesto por parte de la universidad y realizó una encuesta durante el primer semestre del año pasado entre 462 estudiantes de diferentes instituciones universitarias. “Nos acercamos a ellos en las cafeterías, al final de las clases y por correo electrónico, siempre de una forma amigable para que no se sintieran coartados”, agrega el profesor, quien tiene una maestría en física y un doctorado en estadística.
De esta manera, se encontró que 62,1 % de los jóvenes siempre revisa su móvil antes de ir a dormir; 42,6 % lo hace mientras estudia o realiza tareas y 61,3 % ignora a otras personas por estar concentrado en el celular. Asimismo, 112 de los consultados admitieron que revisan sus llamadas, correos, redes sociales y mensajes de texto de una manera obsesiva.
Estas, sin embargo, no son las cifras más preocupantes. Al ingresar el compilado de las encuestas diligenciadas en el software de simulación Vensim, también se encontró que 83,7 % de los alumnos le está dedicando muy poco tiempo a su preparación académica, mientras que 293 de los entrevistados temen que su vida sin el celular sea aburrida y vacía.Finalmente, 303 entrevistados se sienten ansiosos, nerviosos o deprimidos si no lo utilizan constantemente.
Las razones, explica Cardona, se evidencian en las conversaciones que él y sus tres compañeros de equipo sostuvieron con estudiantes, padres de familia y otros profesores. En ellas se evidenció que tanto el entorno familiar como el escolar han sido excesivamente permisivos con los jóvenes y por eso “no tienen conciencia de cuáles son los momentos para usar el aparato y cuáles no”. Y agrega que el constante flujo de mensajes e imágenes por chat también es una variable.
Destaca ElEspectador que no todo es negativo. Si bien las gráficas arrojadas por el programa de simulación muestran que la tendencia es hacia una explosión de nomofobia (el miedo a salir de casa sin el celular), que Cardona equipara a un problema como el de la adicción a las drogas, el estadístico también menciona que la dependencia comienza a desaparecer en sexto semestre.
“Los primeros semestres son más difíciles porque todavía están acostumbrados a las políticas de los colegios colombianos, que en su mayoría sólo les piden a los estudiantes que guarden los celulares, sin ir más allá”. Finalmente, el estudio sugiere una serie de recomendaciones, entre las cuales se hace un llamado a las universidades y colegios para crear políticas claras frente al uso de los smartphones en las aulas, en las que, más que prohibirlos, se motive a concebirlas como potentes herramientas para fines académicos.