Lo ves en los restaurantes, en los clubes y barras, en la playa, en el comedor, en la sala y hasta en la habitación. La escena es la misma: están juntos, pero no se miran ni se hablan porque cada quien está en su mundo, en ese que cada quien se pierde cuando está en frente de su teléfono.
La obsesión por estar conectados todo el tiempo se ha convertido en una crítica recurrente hacia las parejas de hoy día y en una queja constante cuando el apego al teléfono móvil proviene solo de uno de los componentes de la relación.
Aunque la psicóloga clínica Joy Lynne Suárez Kindy reconoce que la situación puede perjudicar la interacción y convivencia de las parejas, advierte que son los grupos generacionales de entre 35 y 45 años los que se ven más afectados.
“Nosotros nos criamos más conectados con la persona que está frente a ti, no con esta tecnología por el medio, yo creo que es hasta más impactante porque es como algo nuevo. Para los jóvenes, por el contrario, (esta tecnología) es parte de su realidad. Para ellos, eso va a ser su normal, es simplemente como ellos funcionan”, afirma la psicóloga.
“Para nosotros yo creo que es hasta más dañino, por ponerlo así, porque nosotros nos criamos de otra manera”, comenta Suárez, de 41 años.
Destaca que aún no existen estudios contundentes que evalúen los efectos de las nuevas tecnologías en las relaciones sentimentales.
Señala, sin embargo, que en las personas de 35 a 45 años el impacto es mayor porque experimentaron la transformación del teléfono de línea a la tecnología inteligente de la actualidad. Lo que contrasta con las de 50 a 70 años, quienes mayormente le dan un uso práctico a estos artefactos, y a los más jóvenes, para quienes están con estos equipos desde que nacen.
“Yo te diría que el ‘issue’ mayor es en esa generación más transitoria, que debe estar entre los treinta y pico y cuarenta y pico, especialmente la mujer con el hombre porque él tiende a usar mucho más el teléfono”, añade.
Negociar límites y acuerdos
Suárez resalta que si bien las parejas de estas edades son las que enfrentan mayormente esta queja, donde más se producen las molestias relacionadas con el uso excesivo de la tecnología es entre padres e hijos.
A juicio de la experta en conducta humana, la mejor manera de lidiar con el problema es establecer límites y acuerdos que se ajusten a la realidad de la pareja.
“Lo mejor es negociar hasta donde tú crees que puedes llegar. Hay que buscar opciones, pero que sean realistas. En mi casa, por ejemplo, no se pueden usar electrónicos mientras estamos comiendo”, recomienda.
Menciona también que al establecer esos acuerdos se deben tomar en cuenta las razones de las partes que justifiquen la necesidad de mantenerse conectados.
“Hay personas que su trabajo es 24 horas; hay médicos que no pueden desconectarse”, dice como ejemplo. Lo que hay que evitar es caer en los extremos. En su lugar, lo que la pareja debe procurar es identificar lo que funciona para ellos.
“Yo en verdad no pienso que las cosas antes eran mejores y ahora son peores porque antes había problemas también, solo es diferente. Tú tienes que aprender a ajustarte con las diferencias. Yo pienso que es diferente, ahora, como todo, tú con tu pareja tienes que negociar qué para ti es sí y qué para ti es no. Si para ti beber en la semana está mal, pues hay que negociar, si para ti usar el teléfono mientras comen está mal, hay que negociar”, enfatiza.
Por otro lado, insiste en que debe respetarse la manera en que se comportan las parejas más jóvenes en cuanto al uso de las tecnologías.
“Si los dos están bien con eso y a los dos no les importa y pueden ir a cenar y estar pegados en el teléfono y son una pareja saludable, no tienen problemas, se llevan bien, son exitosos en sus trabajos, son exitosos en su relación de pareja, no se maltratan por qué debo juzgarlos. Si funciona para ellos, funciona para ellos. El problema es cuando funciona para uno y para el otro no”, recalca.
Con la tecnología a favor
• Aunque el uso en exceso de los teléfonos inteligentes y otros aparatos puede provocar cierta distancia en las parejas, bien utilizados, pueden generar el efecto contrario.
• Pueden ayudar a fortalecer la conexión emocional y la comunicación en las relaciones a larga distancia.
• El intercambio frecuente de mensajes de texto contribuye a que la pareja pueda estar en contacto todo el día sin necesidad de desatender sus obligaciones y responsabilidades, lo cual facilita una conexión más inmediata y continua que la que había antes.
• Para quienes practican el ‘sexting’ como parte de su sexualidad, la tecnología se convierte en un gran aliado. Estudios demuestran que siempre que sea un ejercicio entre adultos, que se haga con compromiso y confianza entre las partes, puede ser de gran beneficio para la salud sexual de la pareja.