Finlandia es uno de los países más desarrollados del mundo. De hecho, en numerosas oportunidades hemos escuchado que tiene la mejor educación a nivel global y un sistema político ejemplar, distando mucho de naciones como la nuestra.
Y aunque esto es cierto, el país europeo tiene su propio ‘talón de Aquiles’.
Tal como señala un artículo escrito por Javier Cordo en el diario español El Mundo, Finlandia debe batallar con altas tasas de suicidios, homicidios, y violencia de género, vinculados al excesivo consumo de alcohol entre la población.
Según explican en el medio señalado, en esta sociedad -considerada “avanzada”- es mal visto que un hombre no beba cada fin de semana. La paradoja es que si llegas a transformarte en un alcohólico, los demás te dan la espalda y quedas etiquetado como un perdedor, a quien nadie quiere ayudar y tiene el deber de salir solo del problema. Reflejo de una sociedad que rinde culto a la autosuficiencia.
Se cree que el alcohol estaría detrás de la mitad de los casos de violencia y depresión. “Hay muchos hombres que maltratan a sus mujeres en casa. Todo el vecindario estará al corriente, pero nadie hará nada”, asegura la terapeuta Mari Hietala, quien afirma que la gente se refugia en la bebida para romper las barreras emocionales características de la idiosincracia del país.
“Tenemos una fuerte tradición de beber los sábados. Si haces bien tu trabajo y cuidas de tu familia, entonces te has ganado un buen trago. Esto significa que beber se convierte, casi por definición, en algo que debe denotar respeto y madurez”, describe Antti Maunu, experto de una asociación contra el alcoholismo, la mentalidad de los habitantes del país nórdico.
Es tan fuerte la cultura del alcohol, que alrededor de un 25% de los pacientes en los hospitales están ahí por algún problema derivado del consumo de éste. Es más, se estima que esto significa un gasto de unos 6.000 millones de euros anuales más otros 4.000 en costos indirectos. Una cifra exorbitante si consideramos que el presupuesto del país es de 50.000 millones.
Además, como existe una visión individualista y autosuficiente de las personas, el gobierno no invierte en prevención del alcoholismo, pues no es una prioridad, menos en tiempos de crisis.
Otro factor para el consumo excesivo de alcohol son las características geográficas y climáticas de la zona, pues reina el frío y la poca luz, lo que afecta el estado de ánimo según diversos especialistas. Y si consideramos que el invierno es especialmente duro en Finlandia -pueden pasar hasta 51 días en completa oscuridad con temperaturas de hasta 40º bajo cero- la situación es realmente compleja.
“Espero que la gente empiece a entender que siempre hay esperanza. Siempre hay posibilidades de un cambio. No debemos bajar los brazos y decir que no se puede hacer nada. No es cierto, hay mucho por hacer y debemos hacerlo juntos”, señala Kaarlo Simojoki, experto de la A-Clinic Fundation.