Santo Domingo, República Dominicana. Desde que hoy temprano leí en el periódico Listín Diario que apareció muerta la niña Carla Massiel Cabrera Reyes no he salido del asombro, el miedo y la incertidumbre porque como padre uno ruega a Dios nunca vivir una situación de esta magnitud.
Las informaciones preliminares del caso indican que el cuerpo sin vida de Carla fue encontrado en Pedro Brand, supuestamente le quitaron la vida para despojarla de sus órganos, digo supuestamente porque hasta que una investigación realizada por la procuraduría se haga, esto cae en el campo de la especulación.
La desaparición que cumplió más de un año ha sacudido a la sociedad dominicana, uniéndose para reclamar a las autoridades solucionar este caso extraño donde lamentablemente se perdió la vida de una inocente, de una pequeña que no tiene culpa del rumbo por el que transita este país, de la degradación moral y espiritual por la que atraviesa.
Se pierde la vida de una niña hija de una familia sumergida en la pobreza, a la que poco le duele a quienes nos gobiernan, donde queda demostrado que cuando se quiere buscar a alguien o algo lo sacan debajo de la tierra, como aquellos ladrones que despojaron al exministro de Obras Públicas de un Rolex, en menos de 48 horas apareció el reloj y los ladrones, pero ese privilegio solo está reservado para un grupo, el resto de la población vive desprotegida, violentando todos sus derechos civiles consagrados en una constitución que para lo único que sirve es para otorgar poder a la clase política y empresarial.
Son tan irresponsables que hablan de una clínica que extrae órganos, pero no son capaces de mencionarla, cuando se trata de una información tan vital e importante.
Las autoridades deben aclarar cuanto antes la forma en que murió esta niña, llegando hasta las últimas consecuencias, que no se repita la historia de trágica de Carla.
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