Ponte a pensar…
Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo.
Pero también…
Do, re, mi, fa, sol, la, si. Siete notas musicales.
Rojo, naranja, amarillo, verde, cian, celeste o turquesa, azul, violeta. Siete colores del arcoíris.
Podríamos seguir.
Si bien es cierto que la razón de ser de los números desde su principio y hasta el final es práctica -contar ovejas o tomates-, también revelan patrones abstractos, y eso hizo que se volvieran objetos de profunda contemplación.
Cada número es significativo por sus propias razones, a veces asignadas, otras comprobadas: el 1, por ejemplo, es el más popular de todos los como primer dígito (en un conjunto de datos alrededor del 30% de las cifras empiezan con 1) y el 5 en Medio Oriente repele el mal.
Sin embargo, cuando se trata de ser especial, el 7 merece un lugar privilegiado.
El preferido
Antes de hablar de los días de la semana, exploremos el número de ellos que hay.
Al parecer, el 7 es el dígito favorito.
Para su libro “Alex a través del espejo”, Alex Bellos lo quiso comprobar así que hizo un experimento lanzando por las redes la pregunta “¿Cuál es tu número favorito?”, y recibió decenas de miles de respuestas de todas partes del mundo.
Aunque le llegaron votos para todos los números del 1 al 100 y 472 votos para los números del 1 al 1.000, el predilecto sin lugar a dudas fue el 7.
En BBC Mundo quisimos comprobarlo. En un experimento muy poco científico, mandamos un email a los periodistas que estaban trabajando un día determinado, para tratar de confrontar tal afirmación.
Recibimos la respuesta de las 16 personas y 7 de ellas escogieron el 7, mucho más que otros dígitos, que como máximo lograron 3 seguidores.
Pero, ¿por qué?
“Cuando elegimos nuestro número favorito, es probable que nos decantemos por un número impar, pues nos parecen más interesantes”, le dijo Bellos a BBC Mundo.
“Los pares son más cómodos -2, 4, 6, 8…-, mientras que 3, 6, 9, eehh… ¿18? Nos hacen pensar un poco más. Y el 7 es más peligroso pues es la tabla de multiplicar más difícil”.
“De hecho, una de las pruebas de demencia o para personas que salen del estado de coma, espedirles que partiendo de 100, empiecen a restar de 7 en 7, hasta llegar a 0“, cuenta.
“Lo hacen porque es mucho más difícil. 5 es fácil. Incluso si lo hicieran con 6 y 8, los números se repiten mucho más que con el 7, así que no sería igual de complicado”.
¡Difícil hasta si uno está en sus cabales!
Lo curioso, señala Bellos, es que incluso gente que dice odiar las matemáticas o que le parece imposible la tabla del 7, lo escoge como número favorito.
Pero no sólo es un número que gusta, sino que además tiene una larga historia de ser el elegido.
Simbólico por excelencia
“A lo largo de la historia, de entre todos los números, el 7 es en el que se ha depositado más simbolismo cultural, místico y religioso“, apunta el autor.
Los 7 mares (que han sido reales e imaginados a lo largo de los siglos y a través de las culturas), las 7 edades del hombre de Shakespeare, los siete metales de la Alquimia…
“Para mí, la razón de que le hayamos conferido más cualidades místicas gira en torno a su unicidad numérica“, declara Bellos.
Lo que ha pasado, explica, es que de alguna manera percibimos su singularidad entre los dígitos que puedes contar con tus… dígitos.
“El 7 es único entre los primeros diez números porque es el único que no puede ser multiplicado o dividido dentro del grupo“.
Mmm… ¿?
“Si multiplicas por 2 el 1, 2, 3, 4 o 5, el resultado es menos o igual a 10”, o sea que multiplicados por uno del grupo, no se salen de él.
“Los números 6, 8 y 10 pueden ser divididos por 2, y el 9, por 3”, y siguen interactuando sólo en su grupo de 10.
“El 7 es el único que no produce ni es producido. Es por eso que se siente especial… ¡porque lo es!“, exclama Bellos.
¿Todos los días?
Todos los días los hemos contado.
La salida y puesta del Sol son eventos demasiado imponentes para que los pasáramos por alto, más aún cuando no sabíamos iluminar las noches.
La naturaleza los separaba y los humanos los marcábamos así fuera con muescas en un palo.
“Nuestros primeros calendarios estaban vinculados a los fenómenos astronómicos, como la Luna Nueva, de manera que el número de días en cada calendario variaba. Si se regían por la Luna, por ejemplo, los ciclos duraban 29 o 30 días, y así”, comenta Bellos.
“En el primer milenio a.C. los judíos introdujeron un nuevo sistema: decretaron que el Sabbat sería cada séptimo día ad infinitum, independientemente de las posiciones de los planetas”.
A diferencia de otras culturas, en hebreo los días de la semana no tienen nombres de dioses, festivales, elementos o planetas, sino números, con la excepción del sábado, Yom Shabbat (??? ???) o día Sabbat.
De esa manera, explica, nos emanciparon de las leyes de la naturaleza, poniendo la regularidad numérica en el centro de la práctica religiosa y la organización social.
“La semana de 7 días se convirtió en la tradición calendárica ininterrumpida más antigua de la historia“.
¿Las razones?
El 7 ya era el número más místico cuando los judíos declararon que a Dios le tomó seis días hacer el mundo y el séptimo, descansó.
Otros pueblos más antiguos también habían usado períodos de siete días en sus calendarios, pero nunca repetidos eternamente.
“La explicación más comúnmente aceptada del predominio del 7 en el contexto religioso es que los antiguos veían siete planetas en el cielo: el Sol, la Luna, Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno”, señala Bellos.
Los Babilonios fueron uno de esos pueblos que asociaron el número 7 con los cuerpos celestes. Por ello, algunos creen, se volvió importante marcar el séptimo día con rituales.
La semana de siete días atada a los astros fue adoptada hasta en el Lejano Oriente.
Pero puede haber otras explicaciones para su importancia simbólica.
Una de ellas es que los egipcios usaban la cabeza humana para representar el 7, porque hay siete orificios en ella: los oídos, los ojos, los de la nariz y la boca.
La psicología provee otra: “Seis días podría ser el período óptimo de tiempo que puedes trabajar sin descansar”.
“Además, siete puede ser el número más apropiado para nuestra memoria, es decir, el número de cosas que la persona promedio puede mantener en su mente simultáneamente es siete, más o menos 2?.
Y hay algo más que hace al 7 especial, según le dijo a BBC Mundo Bellos, y lo ilustró con un ejemplo algo peculiar.
“Piensa en los siete enanitos de Blanca Nieves… ¿por qué no seis? Serían suficientes -ni muchos ni pocos- pero se podrían separar 3 vs 3, o dividir en grupos de dos. Si son siete, los tienes que tomar como un grupo”.
“Para mí, eso hace que el 7 sea poderoso: hace que todos sean iguales“.
Fuente: ElDiarioNY