Hace 15 años un socorrista norteamericano quedó completamente desfigurado tras asistir al incendio de una casa donde el techo colpasó sobre él. Patrick Hardison, de Senatobia, Misisipi (sur de EEUU), perdió sus orejas, labios, párpado y la mayor parte de su nariz.
En 2015 fue sometido al trasplante de rostro más amplio y complejo que se había realizado hasta ese momento.Más de 100 médicos, enfermeras y personal técnico participaron en la cirugía de 26 horas, que fue encabezada por Eduardo Rodríguez, jefe del departamento de cirugía plástica del centro médico NYU Langone.
La operación, que requirió más de un año de preparación, le dio a Hardison un nuevo rostro con otro cuero cabelludo, orejas, canales auditivos y algunas porciones de huesos de barbilla, pómulos y nariz.
Antes de su operación, la vida de Patrick se había convertido en un infierno. Según la revista Time, Hardison entró en depresión, perdió su negocio, se convirtió en adicto a los analgésicos y se separó de su esposa, con quien llevaba más de 10 años de matrimonio. Entre el 2001 y el 2014, pasó por más de 71 cirugías,pero cuando un médico le dijo que la falta de párpados había destruido su vista, fue cuando decidió que ya no quería seguir luchando. “Odiaba la vida”, señaló.
Fue justamente en ese preciso momento en que apareció la oportunidad de realizar el trasplante. No era una decisión fácil, pues los médicos le aseguraban que había sólo un 50% de posibilidades de sobrevivir a la intervención, pero decidió seguir adelante con el plan.
En agosto del año pasado, los cirujanos reemplazaron su rostro por el de un joven de 26 años quien había fallecido en un accidente. Antes de Patrick, hubo 37 trasplantes de rostro, pero ninguno había sido completamente exitosos o extenso como el del rescatista.
A más de un año de la operación, Hardison dice estar bien, aunque aún debe tomar medicamentos fuertes para prevenir que su cuerpo rechace el trasplante. El hombre asegura que está recuperando su vida poco a poco, y que incluso pudo llevar a sus hijos a Disney World, donde pudo nadar con ellos por primera vez desde su accidente.
“Habría renunciado a todo de no haber sido por ellos”, dijo. “Me dieron una vida nueva. Me dieron esperanza de poder caminar por calle y que nadie me mire raro”.