La ciencia se basa en el método de ensayo-error. La frase «quien afirma debe probar» sostiene el avance de la ciencia. Si los investigadores no siguieran ese planteamiento, se expondrían a dar por válida cualquier afirmación, por descabellada que fuera.
¿Hay acaso pruebas de que la fruta nos hace engordar si la consumimos después de las comidas? No las encontraremos en ningún tratado serio de nutrición ni en las bases de datos de estudios científicos, como Medline y Cochrane. No solo eso, sino que amplias investigaciones poblacionales constatan que tomar más unidades al día, sea a la hora que sea, previene la obesidad, además de disminuir el riesgo de padecer diversas enfermedades crónicas. Si a ello le sumamos que nuestro consumo es bastante bajo, entenderemos por qué los nutricionistas se horrorizan cuando escuchan mensajes que puedan traducirse en una disminución en la ingesta de este más que saludable alimento.
En el caso del mito de que ingerir fruta después de comer engorda más, quienes lo sostienen han difundido la creencia de que la fruta fermenta en el estómago y acaba convirtiéndose en azúcar que el cuerpo almacenará en forma de grasa. Es decir, la fermentación multiplica el aporte calórico de la fruta.
Esta creencia no tiene consistencia científica, ya que la fruta contiene siempre las mismas calorías, la consumamos antes, durante o después de comer. A eso hay que sumar el poder saciante que tiene la fruta. Dado que contiene altas dosis de fibra, hace que el estómago tenga una sensación de estar lleno mucho antes, lo que nos evitará comer menos de otras cosas. Por eso la fruta puede ser el colofón final a una comida, pues si nos hemos quedado con hambre podemos saciarla tomando una pieza de fruta. Lo que debemos tener en cuenta es el número de calorías que aporta cada tipo de fruta, ya que cada una tiene unos niveles distintos. Elegir las menos calóricas es una buena alternativa para evitar ganar peso.
Fuente: https://www.muyinteresante.es