La República Dominicana está cerrando el año 2016 marcado por algunos eventos negativos que han robado la paz del pueblo dominicano en estos días de unidad familiar. Hace varios meses el huracán Mathew pasó por el país cobrando algunas vidas humanas, aunque no con la crueldad con que castigó al vecino país de la República de Haití. Posteriormente, todo el país sufrió la caída de lluvias por varios días, especialmente en la zona norte de la nación. Estas lluvias han dejado un saldo de miles de damnificados, en parte, por el desbordamiento de los ríos Baja Bonico y Gualetico en Villa Isabela, Puerto Plata.
El escenario político no ha sido la excepción, también ha sufrido precipitaciones, así como el impacto de la falta de institucionalidad imperante que se puede ver en la mayoría de las instituciones pero que ahora se hace más evidente, porque se ha perdido el respeto y pudor político, y por consiguiente, el temor al soberano: el pueblo.
Los escándalos que cierran con broche de oro el año 2016, van desde una senadora, Sonia Mateo, que ganando aproximadamente 400 mil pesos (40 veces lo que gana un policía dominicano) dice que su salario no le rinde ni para comprar agua, a una diputada, Lila Alburquerque, que siendo legisladora se mantuvo (y mantiene) como embajadora dominicana ante la República de Taiwán cobrando miles de dólares y de paso responsabilizando al señor Presidente de la República, Danilo Medina, de mantenerla cobrando ambos ingresos.
El Presidente Medina no dice nada sobre Lila, el Canciller Miguel Vargas no la excluyó de la nómina de ese Ministerio cuando era su deber, la Contraloría General de la República no hizo su trabajo de cruzar las dos nóminas institucionales y paralizarlas hasta que la infractora de la Constitución fuera excluida de una de las dos, y por último, la diputada Lila Alburquerque nunca tuvo la decencia y vergüenza de renunciar. ¡Y aquí no ha pasado nada! Como no hay un régimen de consecuencias todo sigue su curso normal. ¡Esperen, si pasó algo en consecuencia! Ella dice que no toca el salario de embajadora, pero como se deposita a su cuenta nadie se cree ese cuento, simplemente si ella no le da uso a esa cuenta, lo consideramos un “ahorro” inteligente para su retiro.
Por otra parte, ha recorrido todo el mundo la noticia, bueno más bien el video se ha vuelto viral, donde el Presidente Danilo Medina sale justificando y defendiendo el honor de todos los funcionarios que violaron el plazo que el Ministro de la Presidencia había dado de manera oficial para la entrega de las declaraciones de bienes. Este plazo fue hasta el 30 de noviembre. Como no hay deuda que no se pague ni plazo que no se venza, vencido el día ultimátum, la Cámara de Cuentas declara que aún le faltaban más de 4000 funcionarios por entregar, entre ellos alcaldes y autoridades municipales. Cuando el Presidente Medina fue abordado con el tema, declaró que estos funcionarios quizás desconocen ese mandato de la Ley y probablemente ignoran el proceso. Como resultado, el plazo fue extendido.
Lo que el Presidente olvidó es que en República Dominicana las leyes en sus propios textos señalan que después de 48 horas de promulgadas, todas deben ser de conocimiento general y por tanto, no se puede alegar ignorancia. Aclarar que ambos plazos otorgados fueron irregulares, pues lo que debe hacer todo funcionario es entregar su declaración al inicio del gobierno, el pasado mes de agosto en este caso.
Hablando de temas más drásticos, recientemente he notado como algunas personas empiezan a hablar y proponer la figura de la pena capital como una respuesta al elevado índice de criminalidad de los últimos días. Sin embargo, me gustaría enfocarme en la causa-raíz del problema, más que en el castigo, porque si no estudiamos el origen del asunto no entenderemos como todo está relacionado a las políticas públicas de un país y a la piedra angular de la sociedad, la familia.
Los asaltantes son víctimas de un sistema ineficaz, desigual y por consiguiente, roto. Estas personas necesitan ser tratadas para lograr regeneración, rehabilitación y reinserción social. Yo propondría la “muerte política”, sobre los responsables del fracaso de ese sistema que menciono: Los políticos corruptos, que nos roban a mano armada todos los días sin ponernos un dedo encima y de manera silenciosa. Los encontrados culpables quedarían inhabilitados de por vida para trabajar en el Estado.
Hago este comentario porque en República Dominicana, a veces se corta o se propone cortar la soga por la parte más fina, como en este caso. Basta con comparar el aumento de salario que los funcionarios hacen en su propio provecho y el aumento que recibe un policía o un profesor.
En países desarrollados, ser profesor es un privilegio, es un prestigio, te pagan bien y es muy competitivo entrar. En RD te haces profesor cuando no eres bueno para las otras carreras disponibles. ¿Quién paga el precio de la mediocridad? Los niños en pruebas como la famosa “PISA”. Aclarar que conozco muchos profesores brillantes y de vocación, para no generalizar.
Sin embargo, regresando al tema central, reconozco que China implementa la pena de muerte y parece que le funciona, pero en los últimos años los países desarrollados vienen poniendo en desuso la pena capital y Estados Unidos en especial, cada vez la aplica menos, excepto por Estados como Texas. Esto ha sido el resultado de la lucha de organizaciones como Amnistía Internacional que defienden los Derechos Humanos, entre ellos, el de la vida.
Ahora bien, hablando honestamente, como estudioso del derecho penitenciario y la criminología (profesor universitario de ambas disciplinas) siempre me he opuesto y sigo oponiéndome a estos métodos, porque entiendo que la única solución eficaz a largo plazo es la educación, no hay otro camino.
Este método barbárico resuelve el problema a medias, con la muerte de una persona hallada culpable y con dos o tres ciudadanos que son persuadidos de delinquir cuando ven semejante castigo, pero al final nada es mejor que educar nuestros hijos en valores y tener un gobierno que brinde oportunidades a todos y baje la tasa de desempleo, impactando positivamente la tasa de criminalidad, porque la gente estaría ocupada en sus puestos de trabajo. Recuerden lo que dijo un pensador: «el ocio es la madre de todos los vicios».
Holanda tiene una de las tasas de encarcelamientos más bajas del mundo, en otras palabras, poca gente es encarcelada porque poca gente delinque. Es un resultado de cultura ciudadana y civismo, pero también es el impacto de una política criminal bien orientada. Este fenómeno ha llevado a Holanda a cerrar varias prisiones por falta de internos, si no hay demanda no hay oferta.
El mismo sistema penitenciario dominicano, conocido como “El Nuevo Modelo”, ha venido reflejando una tasa de reincidencia criminal considerablemente baja, pero todavía quedan algunos centros pertenecientes al modelo tradicional que presentan una cifra de reincidencia desalentadora. Esperamos que pronto termine la transición de los centros pendientes hacia el Nuevo Modelo.
Como a todo le llega su fin, me marcho dejando algunas preguntas que me inquietan pero las respondo a medias:
– A parte de la fuerza y la violencia, ¿que hace a un asaltante de 500 pesos diferente a un funcionario que se roba 127 millones de pesos de los recursos del pueblo? En mi opinión, son delincuentes muy parecidos con diferentes métodos.
– ¿Que hace a una persona más delincuente que otra? ¿Llevar saco y corbata? Recuerden que hemos visto casos con condenas de 15 años por robar un cartón de huevos para comer, mientras otros roban un millón de pesos, suficiente para comprar la granja de huevos y andan paseando su impunidad frente a todos.
– ¿Robo no es robo donde quiere que vaya?
¡Aquí tendremos que aplicar la pena basada en el principio de la proporcionalidad matemática de lo robado!
Por Geovanny Vicente Romero/ Abogado y analista político.