La Corte Suprema de Estados Unidos rechazó este lunes reconsiderar el caso de un condenado a muerte que sobrevivió a un primer intento de ejecución, y el reo podría ser objeto de una segunda tentativa, tan controvertida como la primera.
El de Romell Broom es un caso único en la justicia estadounidense. El 15 de septiembre de 2009 este hombre, reconocido culpable de haber violado y asesinado a una adolescente en 1984, fue sometido a un verdadero calvario cuando agentes penitenciarios trataron en vano de colocarle un catéter venoso para inyectarle sustancias mortales.
Broom fue pinchado en varias ocasiones durante dos horas en sus brazos y sus piernas, pero ninguna de sus venas fue considerada suficientemente visible o sólida como para soportar la perfusión.
Luego que el prisionero se quejara de dolor, la ejecución fue suspendida, por lo cual salió vivo de la cámara de la muerte de la cárcel de Lucasville, en el estado de Ohio.
Sólo se debería morir una vez
Desde hace 7 años, sus abogados argumentan que los padecimientos mentales y físicos que sufrió deberían ahorrarle un segundo intento de ejecución.
Se basan para ello en la octava enmienda de la Constitución estadounidense, que prohíbe las penas “crueles o inhabituales” y en el principio de la doble incriminación, según la cual nadie puede ser castigado dos veces por los mismos hechos.
“Broom no podía esperar que saldría vivo de la cámara de la muerte”, escribieron sus defensores.
“Durante dos horas el estado de Ohio trató de ejecutarlo. Como consecuencia del hecho que Broom superó largamente el punto en el que podría esperar morir de manera inminente y que padeció intensos dolores y sufrimientos, una segunda tentativa de ejecutarlo carece de fundamento“, agregaron.
Sin embargo, la Corte Suprema, por mayoría (dos de sus ocho integrantes votaron en contra), rechazó tratar el caso. En otro fallo, los jueces rechazaron la apelación presentada por los defensores de otro reo, Henry Sireci, condenado a la pena capital en 1976 por un asesinato.
Uno de los jueces que votó en contra de esta decisión, Stephen Breyer, denunció la permanencia excesivamente larga de este hombre en el corredor de la muerte.
Henry Sireci “está detenido hace 40 años bajo amenaza de ejecución. Cuando fue condenado en primera instancia, el muro de Berlín todavía estaba sólido y la caída de Saigón acababa de producirse. Pocos estadounidenses conocían entonces la existencia de la computadora personal o de Internet, y más de la mitad de los estadounidenses de hoy no habían nacido”, escribió.
Morir consciente… o no
Romell Broom, que cuenta actualmente con 60 años, pasó tres décadas en el corredor de la muerte.
Su “segunda” ejecución promete ser, en las condiciones actuales, tan espantosa como la primera.
El estado de Ohio anunció hace dos meses que pretende modificar su protocolo para la aplicación de la sentencia de muerte, incluyendo tres sustancias en dosis letales, entre ellas el midazolam.
El jueves pasado, un condenado a muerte en el estado de Alabama sufrió convulsiones durante 13 minutos a raíz de la aplicación de este producto, que es un simple ansiolítico.
Estados Unidos enfrenta actualmente una penuria de productos empleados usualmente en las inyecciones letales, a raíz de que grandes firmas farmacéuticas europeas se niegan a suministrarlas.
“En las ejecuciones, el midazolam es empleado para colocar al prisionero bajo anestesia, pero no es una sustancia adaptada a este objetivo”, explicó a la AFP Megan McCracken, especialista en el tema de la Berkeley Law School.
“En diversas ocasiones, prisioneros que recibieron midazolam permanecieron conscientes o volvieron a un estado consciente y lucharon, se sofocaron y mostraron signos de dolor y sufrimiento”, señaló.
“La Constitución y nuestras creencias en una buena administración imponen a los estados llevar a cabo ejecuciones humanas y conformes a la ley y la Constitución”, señaló.