Las aguas de los ríos Ozama e Isabela hierven de toda la contaminación provocada por los químicos que unas 20 empresas depositan en ellas, sumado a los desperdicios que los mismos residentes asentados a lo largo de sus riberas depositan en sus caudales.
El mal olor que sale de las aguas de los ríos Ozama e Isabela es prácticamente insoportable, pero a pesar de eso, cientos de familias que viven a orillas de esos afluentes se ven obligadas a soportarlo cada día, colocándose en situación de vulnerabilidad ante cualquier tipo de enfermedad.
Durante un recorrido de redactores de este medio, se observó cómo un hombre tiraba cáscaras de plátanos al río Ozama, y a otro que depositaba un plato de material plástico, donde había comido un picapollo.
Esa situación, sumada al abandono de las autoridades para la reubicación de miles de familias que viven a orillas de dos ríos y decenas de cañadas altamente contaminadas, son las mayores preocupaciones que tienen los residentes en esa zona.
El recorrido por los alrededores de los ríos Ozama e Isabela, en su paso por la ciudad, confirmó la gran contaminación que afecta a las personas que viven en esa zona. Las aguas de ambos acuíferos van cambiando de color cada cierto tiempo, según el residuo tóxico que depositen las empresas.
José Rolando Sánchez González, de 34 años, quien nació y creció a orillas del río Isabela, expresa que la contaminación que reciben no es solamente por el río, sino por las innumerables cañadas que hay, muchas de las cuales desembocan en los ríos Ozama e Isabela.
Mal olor es insoportable
“Cuando esa brisa se pone fuerte, ese mal olor que sale de esas cañadas es insoportable; incluso, me he tenido que ir cuando el olor está muy fuerte, porque uno a veces hasta siente que se va a ahogar”, dice.
Reconoció que las autoridades han ayudado en esa zona, pero al no concluir el trabajo “todo se pierde”.
“Ellos taparon muchas cañadas, pero como dejaron otras abiertas las cosas siguen mal. Estamos muy mal ahora mismo, porque el mal olor que sale de una sola cañada es como si todas estuvieran abiertas”, asegura.
Pidió al Gobierno que tape las cañadas que todavía están abiertas, porque los mismos residentes contribuyen a que siga peor, porque tiran sus desperdicios ahí.
“Si yo no me pongo fuerte por aquí, esto estuviera mucho más lleno de basura y contaminación. Si yo no me enfrento a muchísimas personas hubieran encontrado eso repleto de basura”, expresa.
Dice que muchas veces quiere sentarse frente a su casa a tomar un poco de aire, pero se le hace imposible por el mal olor de las cañadas y el río.
Muchas enfermedades
“Aparte del mal olor, tanta contaminación provoca gripe, fiebre y todas las enfermedades que andan. Hay muchos mosquitos. Aquí hay muchas personas con dengue y es por eso”, asegura.
Juan Manuel Ruiz, de 5 2años, nació y creció viviendo a orillas del río Ozama.
Considera que tanto su familia como las demás no pueden continuar viviendo cerca de un río con tanta contaminación, que provoca muchas enfermedades, por estar en contacto con químicos y plagas procedentes del río y las cañadas.
Expresa que las aguas del río Ozama y la “cañada el diablo” cambian varias veces de color al día, y eso va a depender del tipo de químicos y otros desperdicios que depositen en ese río unas veinte empresas.
De su lado, José Paulino, dijo que a veces baja gasoil por la mencionada cañada ‘el diablo’, y eso pasa, según Paulino, cuando algunas empresas están lavando sus maquinarias.
“En las aguas de este río ya no hay peces como antes, y eso es por tanta contaminación que hay. La contaminación terminó con todo.
Antes se podía pescar, obviamente ya no, si aparecen uno o dos peces sería un riesgo demasiado grande comérselos”, dijo Paulino.
Carmen Jiménez, de 4 2años, madre de un niño, describe lo que vive cada día como “fatal”.
“Aquí estamos fatal. Eso es lo que estamos. Aquí hay muchos mosquitos y el gran mal olor que desprende el río. Cuando cae la noche, tengo que tener a mi niño abrigado, haya el calor que haya, para que no se nos enferme de la piel ni le vaya a picar un mosquito de los que dan dengue”, expresa.
Admitió, igual que Sánchez González, que las autoridades han intervenido.
“Ellos han fumigado, pero eso en vez de ayudar, provoca que salgan más mosquitos.
Esperamos que las autoridades nos saquen de aquí rápido. Tengo 15 años vivien- do aquí y el río se ha metido varias veces y lo poco que tenemos se daña”, dice.
Las autoridades sanearon las más grandes cañadas en los alrededores del río Ozama e Isabela, pero todavía hay decenas sin limpiar “que tienen muy mal olor”.
“Hay muchas cañadas y definitivamente son las principales vías de contaminación.
Hay muchos mosquitos, ratones, cucarachas, y mucho mal olor”, dice Carla Paz, quien tiene más de 40 años viviendo en ese lugar.
Expresa que las autoridades han saneado algunas cañadas con la integración de diversas asociaciones, pero el problema de los ríos no sabe cómo se resolverá. Reveló que cuando llueve las aguas invaden sus casas.
Leoncio Pozo, dice que ha intentado mudarse en varias ocasiones, pero que debido a su situación económica no ha podido.
“Me atrevo a irme a cualquier ranchito por ahí en vez de quedarme aquí. Mis cinco hijos se me enferman mucho, y con lo poco que gano muchas veces no tengo para comprarle los medicamentos”, dice.
Asegura que la piel de sus hijos siempre está irritada, y que algunos de ellos han tenido dengue en varias ocasiones, por todos los mosquitos que hay.
“Incluso, mi esposa estuvo varias veces interna cuando estaba embarazada por todas las enfermedades que le dieron”, indicó.
Pozo espera que las autoridades hagan algo por ellos, porque de seguir así, muchas personas morirán por tanta contaminación.
“Yo espero que el presidente Danilo Medina se conduela de nosotros como lo ha hecho con otras personas que están en malas condiciones; en verdad nosotros lo necesitamos, porque en la situación que vivimos no es para gente, y quede claro que nosotros no nos vamos porque no tenemos para dónde ir”, añadió Pozo.
LOS DESHUESADEROS DE BARCOS EN LOS RÍOS
Los deshuesaderos de barcos a orillas de los ríos Ozama e Isabela representa otro de los grandes contaminantes en los afluentes.
Carla María Paniagua, de 42 años, residente a orillas del río Ozama, asegura que cada mes llegan varios barcos viejos y que son deshuesados en el río, depositando todo el óxido y otros contaminantes directamente en el caudal.
“Obviamente las autoridades tienen que estar al tanto de todo lo que está pasando aquí, pero lo más seguro es que esas personas son de dinero, y como todos sabemos, quien tiene dinero en este país puede hacer lo que sea”, dice.
Asegura que cuando están deshuesando los barcos, le da pena ver el daño que los encargados de realizar esa acción le están haciendo a los ríos Ozama e Isabela.
“Sinceramente no sé cómo hay personas que por ganarse dos o tres pesos pueden hacerle tanto daño a la naturaleza. Eso da mucha pena ver en las circunstancias en la que están nuestros ríos, en gran parte, por culpa de esos deshuesaderos”, dice.
De su lado, Carlos Gil, de 52 años, entiende que las autoridades deben pensar más en el medio ambiente y dejar de recibir dinero de las empresas que le hacen tanto daño a la naturaleza.
“Esos ríos están en amenaza.
Las autoridades deben hacer algo, porque son de los principales ríos del país”, expresó Gil.
Fuente: ListinDiario