Santo Domingo, República Dominicana. Siempre que sucede un hecho trágico, tenemos como seres humanos a querer buscar una explicación ante la realidad latente que a veces nos resistimos a creer.
John Percival Matos murió acribillado por agentes de la Policía Nacional, esto luego de darle un ultimátum para que se entregue por los casos pendientes con la justicia en el asalto cometido a un banco en Bella Vista y donde uno de los agentes que le enfrentó murió, también el último cometido en Plaza Lama que consternó a la sociedad dominicana, al punto que el presidente de la República dio orden a los altos mandos militares para frenar las acciones del hijo del ex general Rafael Percival. Se comenta incluso que el puesto del director de la Policía estaba en juego, por eso se actuó con rapidez.
Comentan varias fuentes a Ensegundos.do que su padre pidió a las autoridades que no le quitaran la vida, porque él lo iba a entregar, pero no pudo hacerlo.
Pero volviendo a la pregunta inicial, ¿quién es el culpable de que John Percival haya tomado tanta fuerza, desafiando a las autoridades de esa forma? Según nos cuentan todo tuvo que ver con su crianza, Percival Matos quien cometía toda clase de fechorías, pero su padre siempre salía al rescate, apoyando su rebeldía pasaron los años sin que nadie pudiera controlarlo, comenta la fuente consultada por Ensegundos.do que en el entorno de sus amistades era frecuente decir “Percival lo hizo otra vez”, e incluso desde la adolescencia muchos presagiaban el triste final que todos conocemos.
Los padres no son responsables del rumbo que tomen sus hijos en la adultez, pero de la forma en que nos guíen en la parte inicial de nuestra vida será vital en el desarrollo social de cada individuo. Si no hay amor, orientación, educación y castigo de nada sirve el esfuerzo.
Hoy su familia llora, como llora la del vigilante que dejó toda una familia desamparada, sin su principal proveedor, quedando en una miseria económica y espiritual.
En lugar de estar buscando nuevos culpables, el ex general Percival Peña debe asumir la parte que le corresponde, dejar que el tiempo cure las heridas de una sociedad harta del robo, la delincuencia, la impunidad y la corrupción en todos sus niveles.