¿Por qué almorzar en un buen restaurante en la República Dominicana cuesta casi lo mismo que hacerlo en Nueva York, una de las ciudades más caras del mundo? ¿Por qué una compra semanal en el supermercado no baja de ciento y tantos dólares, por más controlado en el gasto que usted sea? ¿Por qué tenemos que pagar tanto por los combustibles, y por otros productos indispensables?
Se pueden adelantar varias hipótesis, pero casi todas conducen a un Estado que cada día nos cuesta más porque es incapaz de amarrarse el cinturón del gasto, lo que les pide a los ciudadanos que hagan todos los días.
Y ni hablar de los dobles pagos que hay que hacer en renglones fundamentales de la vida, pues pagamos dos veces por la educación de nuestros hijos y por la salud, ya que nos cobran impuestos para ello pero tenemos también que pagar un colegio o un seguro médico si queremos garantizar el servicio.
Ahora que se está hablando de aumento de salario, algo que beneficiará a los que tienen empleo que son los menos y encarecerá la vida a todos los demás, debemos pensar en los costos de vivir aquí desde otra perspectiva.