La mala alimentación, el sedentarismo, el estrés, la frustración, las hormonas, las enzimas hepáticas, los genes, el nivel de triglicéridos. Los motivos por los que se genera la grasa abdominal son múltiples y variados. En la sociedad, el tejido adiposo que se acumula en la zona del abdomen suele asociarse a una cuestión antiestética incapaz de soportar especialmente por aquellos que al no ser obesos caen en esfuerzos descomunales en búsqueda una panza más chata.
Obsesión de muchos, preocupación de algunos, molestia para otros, la necesidad popular por conocer el método infalible que erradique los famosos kilos demás llevó a que surjan una considerable suma de planes, tanto dietarios como de entrenamiento físico, para intentar revertir la situación.
La solución mágica no existe todavía. Sin embargo, puede estar cerca. De acuerdo a un experimento del programa de la BBC «Confía en mí, soy médico» se descubrió que seguir una determinada dieta tiene un efecto mayor que la actividad física para disminuir el nivel del tejido adiposo.
La conclusión final de la prueba trajo para los participantes una reducción promedio de 2,5 centímetros en el tamaño de la cintura al cabo de un periodo de cuatro semanas. El punto central para lograr estos resultados estuvo en las cantidades calóricas. Según los especialistas, consumir 500 calorías menos de lo que requiere el cuerpo basta para perder medio kilo en siete días.
Tras el ensayo, algunos lograron eliminar más masa, mientras que otros no alcanzaron el desenlace esperado. El cálculo varia dependiendo cada persona. El grupo de nutricionistas señaló que conforme se vaya perdiendo peso, se debe volver a calcular la cantidad de calorías que el cuerpo requiere a diario para poder mantener el ritmo de perder casi medio kilo (0,45 kg) a la semana. Recomendaron, además, realizar algo de ejercicio para mantener el tono muscular.
La dieta utilizada estuvo basada en la limitación de los tamaños de las porciones. La mano tiene un rol fundamental, ya que funcionó como elemento de medición: los participantes tuvieron que consumir tres porciones del tamaño del puño de carbohidratos, dos palmas de proteínas magra, dos manos de vegetales o ensaladas, dos puños de fruta y dos porciones de aceite o manteca que cubra la punta del pulgar.
Para complementar el menú, se debían ingerir 200 mililitros de leche descremada o dos botes de 125 gramos de yogurt natural o bajo en calorías. Durante la evaluación se evitaron las comidas ricas en azúcares y grasas. Al final, todos pudieron comer sus alimentos cotidianos, pero en menor cantidad.
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