Por: Miguel Oniel Díaz
Ha surgido una (pseudo)comentarista con ínfulas de polímata. Tiene nombre de animal, le dicen ‘’La Tora’’ y en las redes dice ser ‘muchas cosas’, entre ellas profesional, prefiero que por ahora la llamemos por su sobrenombre que es a lo único a lo que en su corta carrera en los medios ha hecho ‘honor’. Si es que cabe decir esa palabra.
‘’La tora’’, que antes había incursionado en la prensa cuando como candidata a regidora logró una vez ser detenida por agredir y maldecir policías en su natal Pedro Brand, ahora lo hace en los medios y contra políticos y personalidades sin consecuencia alguna. Con gallardía intenta destacarse entre tanta basura que ver en la televisión nacional, ¡gran hazaña!.
Decir que lo que hace (si de verdad eso es hacer algo) es ‘’periodismo’’ es faltarle el respeto a José Núñez de Cáceres, padre del periodismo dominicano, o a figuras como Huchi Lora y Juan Bolívar Díaz, periodistas de nuestros tismpos de trayectoria probada. Es tirar por el suelo y moler a patadas el honor de universidades como la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), por mencionar dos, que año tras año entregan a los medios cientos jóvenes con preparación y conocimientos que por no tener un enllave o negarnos a trascender a base de algo que no sea trabajo estamos destinados a hacer pasantías de gratis en esos programas de mierda.
Su incursión en los medios es la prueba fehaciente de que en República Dominicana cualquiera puede hacer uso de un micrófono en televisión nacional… cualquiera, aunque hable como comadre de patio.
La Comisión de Espectáculos Públicos y Radiofonía (si todavía eso existe), al parecer no tiene cable o considera que una chercha entre Mía Cepeda y Masa es socialmente más nocivo a que una ‘tora’ llame zorra a la vicepresidenta sin presentar prueba alguna de sus señalamientos, ¿para eso es la libertad de prensa?. No lo creo.
En tiempos del jefe y de Balaguer hablar contra el régimen era un hecho heroico, al parecer muchos, que no saben que hace años las cosas cambiaron, en su ignorancia y desesperación asumen que todo aquel que habla mal de los poderosos ya es un modelo de pulcritud. Por eso para validar una opinión es menester conocer a quien opina. Antes de hablar de los sucios hay que estar limpio, no lavado.
Mañana se quejarán de la mugre de nuestra sociedad los que nunca le pasaron un paño a los medios.