En 1983 el virólogo francés Luc Montagnier, junto a su equipo, fueron los primeros en aislar, describir e identificar uno de los descubrimientos biológicos más relevantes del siglo XX: el Virus de la Inmunodeficiencia Humana, VIH.
Desde entonces, se determinó que el VIH era el causante del SIDA, apenas dos años después de que el 5 de junio de 1981, en Estados Unidos, la revista Morbidity and Mortality Weekly Report, revelara la existencia de cinco casos de neumonía entre hombres del estado de California, constituyendo así el primer informe sobre el VIH en el mundo.
Una vez identificado el virus, el que ataca el sistema inmunitario a través de la destrucción de los glóbulos blancos, los mismos que nos protegen de las infecciones, comenzó una ola de investigaciones científicas al respecto para determinar cómo tratarlo.
Al mismo tiempo, se puso énfasis en la distinción entre VIH y SIDA, pues a menudo se confunden ambos estados. Por ende, es necesario aclarar que el SIDA es la última etapa de la infección, cuando el sistema inmunitario de la persona está gravemente deteriorado y aparecen las denominadas enfermedades oportunistas. De este modo no todos los pacientes seropositivos desarrollan SIDA.
De acuerdo al sitio web especializado, InfoSida, dependiente del gobierno estadounidense, el VIH se propaga por contacto con sangre, semen, líquido preseminal, secreciones vaginales y rectales o la leche materna de una persona que tiene el virus. Fluidos como la saliva y las lágrimas no transmiten el virus.
Una vez que la persona es diagnosticada con el virus, se le somete a un tratamiento de fármacos antirretrovirales (TAR), y que consiste en la ingesta de varios medicamentos combinados. Además, se utilizan diferentes antirretrovirales de acuerdo a las etapas del ciclo vital del virus.
Si bien el TAR no cura la infección, sí evita la multiplicación del virus y reduce la concentración del mismo en el organismo. En esta línea, a menor concentración del VIH en nuestro cuerpo, el sistema inmune se encuentra más estable y evita que la infección evolucione a SIDA.
La terapia también ayuda a las personas seropositivas a tener una mejor calidad de vida e, incluso, reduce el riesgo de transmisión del VIH, pues al disminuir la concentración del virus en la sangre, el paciente podría convertirse en un seropositivo con carga viral indetectable.
Pero ¿qué significa ser indetectable?
En términos simples, la carga viral es la cantidad de VIH presente en la sangre, y ésta se vuelve indetectable cuando esa cantidad es tan baja que no se puede medir. Ese es justamente el objetivo del tratamiento antirretroviral, reducir la carga viral a un nivel que no se pueda detectar.
Incluso, hay experiencias científicas que sugieren que una persona con carga viral indetectable puede no transmitir el VIH. Uno de estos estudios es el denominado PARTNER, cuyo resultado reafirma la tesis anteriormente planteada.
El trabajo se basó en una investigación realizada en 2010, en 75 centros clínicos de 14 países europeos en el que estaban inscritas 1.166 parejas, heterosexuales (61,7%) y homosexuales (38,3%), de edades cercanas a los 40 años.
Las parejas del estudio eran serodiscordantes, es decir, solo uno de ellos vivía con VIH y poseía una carga viral indetectable. El experimento consistía en que las parejas mantuvieran relaciones sexuales sin protección durante ese año.
Luego de cuatro años de análisis, los resultados preliminares indicaron que solo 11 personas que no vivían con el virus fueron diagnosticadas seropositivas. No obstante, de esas 11, ocho personas confesaron haber tenido relaciones sexuales sin preservativo fuera de la pareja.
Esta reveladora conclusión, determinaría la eficacia de seguir al pie de la letra los tratamientos antirretrovirales, pues con una correcta administración, la probabilidad de transmisión del virus sería prácticamente nula, no así el contagio de otras enfermedades e infecciones de transmisión sexual.
Pero pese a lo esperanzador de este análisis, a principios del año pasado, otra investigación centró la atención en una nueva arista del virus y que podría poner en riesgo de igual forma la salud del paciente y sus parejas sexuales.
La investigación, publicada en la revista científica Nature, señala que el VIH sigue manteniéndose activo en el tejido linfático, aun cuando el paciente reciba TAR y tenga una carga indetectable.
¿Qué quiere decir esto?
El análisis, liderado por el investigador posdoctoral Ramón Lorenzo-Redondo, quien trabaja en la división de enfermedades infecciosas de la Feinberg School of Medicine de la Universidad Northwestern en Chicago, Estados Unidos, indica que si bien los fármacos contribuyen a la disminución de la carga viral, hasta el punto de resultar indetectable en un examen de sangre, no tienen el mismo éxito en ganglios y otros órganos del tejido linfático, los que son refugios perfectos para “pequeñas poblaciones del virus que siguen replicándose para luego volver a la sangre”.
Esta ‘nueva’ mirada del VIH, explicaría cómo en muchos pacientes se reactiva el virus pese a que siguen adecuadamente su tratamiento. En un principio, se pensaba que era por la presencia de células infectadas que estaban latentes por un tiempo prolongado, sin embargo, los resultados de esta investigación señalarían que “el VIH sigue infectando nuevas células incluso cuando el tratamiento es efectivo”.
Lo que es claro, es que estas conclusiones evidencian la necesidad de trabajar en nuevos fármacos que ataquen estos ‘refugios’ del VIH. De acuerdo a Lorenzo-Redondo, “estos resultados nos llevan a replantearnos el tipo de estrategias que podrían resultar más prometedoras en la lucha contra la enfermedad. Hasta el momento se ha puesto mucho esfuerzo en tratar de activar las células infectadas latentes para que liberen su carga vírica. Sin embargo, ahora vemos que, si además no eliminamos la presencia residual del VIH en los tejidos linfáticos, estos tratamientos no tendrán éxito“.
Con estas dos miradas, es importante reforzar que más allá del éxito del tratamiento antirretroviral, el que mejora notablemente la calidad de vida de los pacientes seropositivos, el único método eficaz para prevenir la propagación del virus y de otras enfermedades, sigue siendo el preservativo, aún cuando se tenga pareja única o una carga viral indetectable.
Fuente: BioBioChile.cl